Jorge Sánchez es el productor/distribuidor de cine
independiente más importante de México. Nació en Córdoba
Veracruz donde vivió hasta los 14 años. Entonces viajó a
la ciudad de México para estudiar preparatoria. Su hermana María
Elena, cinéfila de corazón, lo llevaba al cineclub del auditorio
Che Guevara en la UNAM, en donde se organizaban debates al término de cada
función. Ahí fue su primer contacto con el cine, un primer acercamiento
que sin duda le abrió un universo y le sembró una inquietud para
la que vive todos los días: exhibir cine.
En 1969 entró a la carrera de Sociología en la UNAM. Había
pasado el movimiento del 68 y los cineclubs con debate quedaron cancelados. La
represión había arrasado con esos movimientos espontáneos
que dan vida cultural a la Universidad. Con algunos compañeros se organizó
y echaron a andar el cineclub de la Facultad de Ciencia Políticas de la
UNAM.
Un par de años después, Jorge Sánchez abandonó la
carrera de Sociología y se fue a Veracruz a organizar un cineclub trashumante
que proyectaría joyas de la cinematografía en escuelas, edificios
públicos, sindicatos y plazas de los pueblos.
Ahí fue tocado por el cine en forma definitiva. Sucumbió a sus encantos
y quedó enamorado para siempre. Recuerda a la gente que llegaba con su
silla para ver la proyección. Cada función era todo un acontecimiento
porque se daba una participación activa de los espectadores. De 1971 a
1974 el cineclub de Sánchez recorrió todos los rincones de Veracruz.
"Era muy gratificante porque el público vivía y gozaba el cine".
Esa experiencia involucró a Jorge Sánchez con el cine para toda
la vida.
José Antonio Fernámdez:
¿Pertenecías a algún grupo político?
Jorge Sánchez: No, a ninguno.
J.A.F.: ¿Tomaste esto de crear
cineclubs como un compromiso personal?
J.S.: En ese tiempo la herida del 68 estaba muy abierta, y más
que una cuestión racional o partidista, había que pensar/vivir
que teníamos que organizarnos de alguna manera (aunque el pensamiento
no fuera tan cartesiano). No se trataba de tomar al cine como un pretexto para,
sino vivir ese momento a través del cine. En esas funciones el público
se emocionaba, sentía y reflexionaba.
En la Universidad Veracruzana, Aurelio de los Reyes me acercó al cine
mexicano. Y cuando exhibíamos cine mexicano provocaba un grado de identificación
en el espectador mucho más allá del que conseguían otras
expresiones cinematográficas.
J.A.F.: ¿Cuándo creas
tu primera distribuidora de cine?
J.S.: Vimos que la distribución era lo que fallaba. La gente hacía
sus películas y no tenían ningún
canal de difusión. Entonces hicimos Zafra Cine Video, en 1977, y nos
dedicamos a llevar material para que fuera exhibido en cineclubes, instituciones,
sindicatos, colonias populares, organizaciones políticas y demás.
Llegamos a tener un acervo de más de 600 películas que hoy están
depositadas en la Filmoteca de la UNAM. Creo que buena parte del cine independiente
de los setentas y los ochentas está en esa colección. Zafra duró
trece años.
J.A.F.: ¿Fue buen negocio Zafra?
J.S.: Creo que lo fue para crecer. Si calculas que cada copia te cuesta
500 dólares más los derechos que muchas veces se compraron, sin
duda se dio una revolvencia de dinero importante. Nos permitió vivir
esos años haciendo lo que queríamos. Conocimos mucha gente, sobre
todo en América Latina. Fue parte importante de una formación.
J.A.F.: ¿Había una crisis
de exhibición?
J.S.: En ese momento se daba un cierto auge de lo cineclubes en México.
La mayor exhibición se daba en el ámbito universitario, organizaciones
populares, de colonos y sindicatos. También tenían fuerza los
circuitos del Seguro Social y Bellas Artes.
J.A.F.: ¿En ese momento te
asumiste como productor-distribuidor?
J.S: No todavía. Participé en algunos proyectos como productor
ejecutivo, como en La cabeza de la hidra de Paul Leduc, que nunca se proyecto
en ningún lado (por una cuestión de derechos que no se arregló).
Yo participaba pero aún no jugaba el papel de productor.
J.A.F.: ¿No se sintieron tentados
por distribuir películas de mayor fuerza comercial?
J.S.: Para iniciar Zafra cada socio pusimos 300 dólares y en una
casa montamos una semioficina, un teléfono y, sobre todo, la voluntad
de la gente de cine que quería que su película se viera.
Debo decir que soy empresario más por necesidad que por vocación.
En ese tiempo yo me involucré con el cine latinoamericano. Hicimos un
frente para apoyarlo. Se produjeron muchas cintas y se logró armar la
escuela de cine y televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba,
por donde han pasado más de 500 alumnos y en la ha participado en forma
destacada Gabriel García Márquez.
Te quiero decir que yo no tengo ningún interés en darle mi vida
a lo que es un cine comercial. Mi objetivo central no es hacer buenos negocios,
lo que no significa que a estas alturas no haya desarrollado ciertos instrumentos
para poder sobrevivir en ese lado oscuro de la luna del cine, que es el cine
como un negocio en el que debes de pensar en términos de rentabilidad
de cada cosa que produces o distribuyes.
En este tipo de cine hay que ser conscientes que la viabilidad no la da el éxito
de una película, sino más bien la continuidad en el trabajo es
lo que hace posible mantenerse y seguir. Lo que sí es muy importante
es tratar de que el ciclo económico sea lo más sano posible.
J.A.F.: ¿Eres amigo de García
Márquez?
J.S.: Sí lo soy. Además el tiene una participación en sociedad
en Producciones Amaranta.
J.A.F.: ¿ También eres
amigo de Fidel Castro?
J.S.: Por mi parte sí existe amistad, sin duda alguna, aunque
hace tiempo que no he estado frente a él para entrar, como siempre, a
una eterna discusión.
J.A.F.: Entiendo que las películas
se las daban para su distribución y ustedes se las pagaban en tanto recuperaban.
¿Esto significa que Zafra era una compañía sin dinero?
J.S: Muy poco dinero. Con el tiempo fuimos aprendiendo y sí llegamos
a comprar derechos, pero el dinero no fue el motor de Zafra.
J.A.F.: Como dato: ¿qué
película independiente les resultó un buen negocio o tuvo un éxito
de taquilla importante?
J.S.: Sin duda alguna, la que tuvo mayor éxito fue la trilogía
de Littín que componía La Batalla de Chile, tres largometrajes
documentales que fueron muy vistos. La otra fue Caiga quien caiga, ese filme
jamaiquino tuvo una buena época. Algunas otras fueron Luces del Norte,
Cría cuervos y El espíritu de la colmena. Eran una locomotoras
que jalaban a los vagones. Porque nosotros igual éramos distribuidores
de cortos de 6 minutos que de largometrajes documentales o de ficción.
Me parece que vivíamos un momento de mucha avidez por ver un cine distinto.
Fue una época de efervescencia política que estimulaba al público
a buscar otras películas.
J.A.F.: ¿Exportas películas?
J.S.: Tenemos una compañía que se llama Latina y que su
objetivo es vender cine mexicano y latinoamericano en el exterior. Actualmente
contamos con un catálogo de 30 largometrajes. La labor es complicada
porque es un mundo de alta competencia en la que están conformados grandes
grupos. La tarea es muy especializada. No se trata sólo de montarte en
un avión con treinta películas bajo el brazo para ir a buscar
una aguja en un pajar.
J.A.F.: A lo largo de tu vida como
distribuidor y productor has hecho un esfuerzo específico muy dirigido
buscando películas que tengan una propuesta de contenido, de estética
y de preocupaciones sociales, políticas y humanas. Tu trayectoria señala
toda una filosofía.
¿Tú cómo calificarías tu línea de trabajo
(por llamarla de alguna forma)?
J.S.: Es impulsar el cine de aliento, en el que hay una intención
y un estilo del director que sea innovador y que corra riesgos.
J.A.F.: ¿Cuáles crees
que hayan sido las razones de la crisis del cine mexicano?
J.S.: Por un lado que el Estado se asumiera como productor sin productores
asociados o coproductores y, por otra parte, el que los productores privados
hayan adoptado fórmulas repetitivas que no tomaban en cuenta los cambios
en la sociedad, como las películas de ficheras, que terminaron por acabar
con la vaca.
J.A.F.: Al cine mexicano le ha ido
bien y en algunos casos muy bien en los últimos años. ¿Se
está recuperando la industria?
J.S.: La transformación del cine mexicano no puede ser inmediata,
aunque exista la voluntad de las partes por salir de la crisis. Creo que a partir
del año 88/89 se impulsa una política diferente en la que el Estado
ya no es más un productor único y directo, sino que se anima una
política de coproducción en la que el Estado es siempre un productor
asociado con productores privados o independientes para la fabricación
de las películas.
Este es el eje a través del cual se va operando en la industria o semindustria
del cine mexicano un cambio y que abre la puerta para que llegue sangre nueva
de guionistas, fotógrafos, directores, actores, actrices...
Y fue hasta 94/95 que empieza a modernizarse la planta de exhibición
de cine en México. Hoy hay muchas y buenas salas.
J.A.F.: ¿Hoy están dadas
las condiciones para que la industria del cine salga de la crisis o ya salió
(aunque sea con pocas películas producidas por año)?
J.S.: Estamos viviendo un momento que ya es interesante, pero pienso
que a la mesa le falta todavía una pata que es el reglamento de la Ley
de Cinematografía.
J.A.F.: Sin reglamento se está
produciendo. ¿Para qué quieres ese reglamento, qué debe
decir?
J.S.: El reglamento preveé la creación de un fondo que
pueda operar como una fuente de capital de riesgo o crediticia para la producción
cinematográfica. Existe también la noción de obligatoriedad
de estreno de películas mexicanas, bajo ciertos parámetros. Ahí
se establece el reconocimiento que debe otorgarse a una película por
su participación y triunfos en festivales internacionales y nacionales.
Te doy un dato interesante: en los últimos 14 meses, 12 películas
mexicanas han logrado el 14% del Box-Office (que es número de espectadores
e ingreso en taquilla a nivel nacional). En estos meses entraron a las salas
110 millones de espectadores, 20 millones lo hicieron para ver cine mexicano.
Esto es insólito.
En España producen entre 70 y 80 películas por año, y logran
un 16% del Box- Office. En Francia producen 160 cintas por año que consiguen
el 36% de la taquilla total.
Las cifras muestran que el interés y el gusto por el cine mexicano es
un hecho.
J.A.F.: ¿Fueron negocio estas
películas que lograron el 14% del Box-Office?
J.S.: Tendrán que ser negocio al fin del día.
J.A.F.: ¿Las cifras indican
que el cine mexicano ya es saludable?
J.S.: No lo es todavía. Primero debe de existir un volúmen
y una diversidad de producción que responda al mercado. Sabemos que sí
existe el interés, y yo calculo que nuestro mercado está listo
para quue se produzcan unas 30 cintas por año.
Faltan algunos ajustes más. Por ejemplo, considero que la relación
de negocios con las televisoras (Televisa y TV Azteca) no es buena. Yo espero
que las películas que lograron tener éxito en taquilla logren
negociar una cantidad correspondiente en la venta de derechos de televisión.
J.A.F.: ¿En cuánto paga
una televisora los derechos de una película mexicana?
J.S.: Entre 25,000 dlls. y 30,000 dlls., por un números de transmisiones
ilimitadas en un lapso de 3 a 5 años.
J.A.F.: Y el cine que no es mexicano.
J.S.: Varía, pero pueden pagar hasta millones de dólares
por una película.
J.A.F.: Quiero confirmar: ¿la
televisión mexicana puede pagar millones de dólares por los derechos
de una película extranjera?
J.S.: Así es.
J.A.F.: ¿Cuánto pagan
a las películas de Hollywood en promedio?
J..S.: Esa cifra no la sé con exactitud y te mentiría si
dijera una cantidad.
J.A.F.: Lo que sí es un hecho
es que consideras que el cine mexicano está mal pagado por las televisoras.
¿Qué hacer? ¿En promedio qué cantidad consideras
que deberían pagar las televisoras por una película?
J.S.: Hay que buscar una fórmula en la que quizás se estableciera
una cantidad partiendo de la taquilla obtenida por cada película y el
número de videos vendidos o el promedio de sus rentas.
J.A.F.: ¿50,000 dlls. por película
(en promedio) te parecerían justos?
J.S.: Por lo menos. Habría que hacer un análisis de lo
que puede ganar en número de anuncios publicitarios.
J.A.F.: ¿Cuánto pagan
las televisoras en otros países por la compra de derechos de películas?
J.S.: En España las televisoras llegan a pagar entre 350,000 dlls.
y 400,000 dlls.
Por ley o por voluntad propia vemos en el cine europeo la participación
de las televisoras en la producción cinematográfica.
La Comunidad Europea obliga a las televisoras públicas ó privadas
a invertir un 6% de sus ingresos publicitarios (la torta publicitaria, como
dicen los españoles) en el cine europeo. Esto quiere decir que las televisoras
entran automáticamente en la coproducción cinematográfica,
o en la precompra de los derechos o en la adquisición del producto terminado
europeo. Cada quien puede seleccionar la modalidad de su participación,
pero todos están obligados a involucrarse. Por eso España produce
60 películas por año (aunque sólo el 16% del número
total de espectadores ven esas cintas). Hay dinero para producir de productores
privados, del Estado y de las televisoras.
J.A.F.: ¿Consideras entonces
que las televisoras deberían tener otra actitud con el cine mexicano?
J.S.: Pienso que el cine mexicano les ha rendido suficiente a lo largo
de los años, de ahí que esperaría una actitud más
abierta y comprometida con el cine nacional. Es un hecho que el cine mexicano
es un buen negocio en todo los ámbitos: en las salas, en video, en la
televisión de paga y en la abierta, y en el extranjero también.
J.A.F.: ¿Pretendes que las
televisoras le regresen o le den al cine mexicano recursos por lo que ese cine
le ha dado a lo largo de varias décadas (Pedro Infante, Jorge Negrete,
María Félix, Cantinflas, Tintán y toda la constelación
de películas que han pasado una y otra vez por la pantalla chica)?
J.S.: Más que un regreso o un dar, creo que tiene que ser un involucramiento
para generar una actividad económica sana en todos los ámbitos
del cine mexicano.
J.A.F.: Las películas mexicanas
que hoy tienen éxito en taquilla cuestan alrededor de un millón
de dólares. ¿Podrían costar menos?
J.S.: Sí se pueden bajar costos con la nueva tecnología.
Las dos últimas películas que hemos hecho con Ripstein fueron
realizadas en video digital, ya no en celuloide. Serán proyectadas en
cine y después en video. Al hacerlas en video digital tienes la ventaja
de poder transferir a material cinematográfico o a video para televisión
o internet. Así es la vida se estrenará en México en septiembre
(ya fue proyectada en Cannes), y La perdición de los hombres está
en su etapa final.
J.A.F.: ¿Cuánto costó
cada una?
J.S.: Practicamente 600,000 dólares (sin contar copias para los
cines).
J.A.F.: ¿La técnica
les permite hacer la explotación completa del material?
J.S.: Así es. Nosotros trajimos la cinta La celebración,
que se hizo en digital y tuvimos un muy buen resultado al exhibirla.
Con la nueva técnica digital se rompe el mito de que el cine sólo
puede realizarse con grandes equipos. Esto se está desarrollando de una
manera sorprendente.
J.A.F.: ¿Con las exhibidoras
el cine mexicano también está castigado? Es decir, ¿pagan
diferente al cine mexicano que al de Hollywood?
J.S.: El distribuidor lleva un porcentaje de cada boleto que se vende
en taquilla. Normalmente nos dan un 40% por boleto en la primera semana, y en
las que siguen el porcentaje es de 37.5%. En España, Argentina y Estados
Unidos el dinero de taquilla se divide de otra forma: 50% para el exhibidor
y el otro 50% para el distribuidor z
Mas de lo que dijo Jorge Sánchez
Jorge Sánchez es director general de Zafra. Macondo, Latina y Amaranta,
que son compañías productoras y distribuidores de cine, video
y televisión. Han producido películas como El coronel no tiene
quien le escriba, Danzón, El Jardín del Edén y Así
es la vida.
- El distribuidor corre con el costo de las copias
y la publicidad.
- Al productor de la cinta le puede quedar (como resultado óptimo) hasta
el 18% del ingreso de taquilla. Para que eso suceda tuvo que darse un buen equilibrio
en lo invertido en publicidad y el número de copias con los ingresos
totales de taquilla.
- Cada copia de un largometraje cuesta alrededor de 1,200 dlls. (La Ley de Herodes
se estrenó en 250 salas simultáneamente, y El País de no
pasa nada en 100).
- Nosotros no distribuimos El Coronel no tiene quien le escriba y El País
de no pasa nada, porque requeríamos unos 400,000 dlls.
- De las 14 películas que hemos producido, las más exitosas han
sido Danzón y el Coronel no tiene quien le escriba.
- Los festivales son muy importantes porque son una plataforma de lanzamiento
y posicionamiento de una película a nivel nacional e internacional.
- Ayuda mucho el que el productor logré la precompra de su película.
Nosotros tratamos de hacerlo siempre.
- El productor tiene la labor clave de olfatear proyectos y talentos y desarrollarlos,
que es partir de una idea original o una novela, hacer crecer ese germen, convertirlo
en película y buscar su mejor difusión para recuperar la inversión
y seguir produciendo.
- Nosotros confiamos mucho en los directores, lo que no quiere decir que no
haya un involucramiento como productor. Sin duda hay una capacidad de sugerencia
constante, pero la política es tratar de sumarnos a una visión,
que es la visión que está en la cabeza del director. La labor
del productor es proteger al director a lo largo del camino y que tenga los
elementos suficientes y necesarios para realizar la cinta.
- La mayoría de las películas que producimos tienen fuentes de
financiamiento muy diversas: desde fondos internacionales hasta productores
privados. Dificilmente la participación de capital nacional sube de un
35% a 40%. Esa diversidad de fuentes de financiamiento otorga al productor un
papel prominente como articulador y concertador de esas inversiones o interes
y su asignación lógica, y por lo tanto las presiones hacia el
director no son de naturaleza ruda.
- En las coproducciones hay que cuidar mucho el que no te sometas a intereses
de esos productores asociados que te pueden encarecer los costos o descontrolar
el casting o la ruta de filmación de la cinta.
- Cuando un productor invierte en una película sabe que va a un riesgo.
Pero no hay que olvidar que para un productor europeo puede ser siempre atractivo
invertir en una cinta porque la normatividad de su país en muchas ocasiones
lo protege.
- Son muchos los países que asumen que el cine tiene un valor estratégico,
por lo que procuran su existencia a través de políticas de fomento
y normatividades que hacen posible la existencia de un cine nacional.
- Hoy tenemos que hacer un cine inteligente porque las condiciones internacionales
son muy complejas y competitivas. Hay que producir en forma inteligente y tener
bien considerado que el destinatario final estará en México y
también en cualquier otra parte del mundo gracias a las nuevas tecnologías,
entre las que hoy destaca la exhibición por internet.
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