Por José Antonio Fernández
F.
Para Completar esta entrevista le recomendamos leer la entrevista con
Ciro Gómez Leyva, en la que habla de su postura en el conflicto TV Azteca
- Canal 40.
Y otra más donde Cuestiona a Gutiérrez Vivó, Aristegui, AMLO, Calderón, Proceso y Scherer
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Ciro Gómez Leyva es uno de los periodistas de mayor
renombre del momento. En el periódico Reforma ganó fama y prestigio
por reportajes publicados como los del Caso Colosio, los secuestros en
Morelos y las series de entrevistas a intelectuales de primer nivel como Enrique
Krauze, Jorge Castañeda, Héctor Aguilar Camín y Lorenzo
Meyer. Su pluma es precisa, dura y puntillosa. Posee un zoom que cuando quiere
lo activa y mete al lector en las entrañas de los personajes. Es una
habilidad especial. En el Canal 40 se llevó las palmas por el armado
de la serie de televisión Realidades, distinguida por la Revista Telemundo
como El Programa de 1996. Toda esa serie es un documento que bien puede estar
en la Videoteca de El Colegio de México.
Ciro Gómez Leyva se ha desarrollado en los últimos años
en un ambiente político de libertades, pero no por ello poco ríspido.
Sus reportajes no descansan en la vida de la gente más modesta. Quizá
de ahí parten sus preocupaciones, pero su labor periodística investiga
hacia arriba. Cuando decimos hacia arriba hablamos del Presidente y expresidentes,
secretarios y exsecretarios, líderes, personajes del dinero y hombres
y mujeres del poder. Ahí focaliza su periodismo.
Ciro es un periodista honesto. Gusta de pisar los terrenos pantanosos de las
verdades a medias, las mentiras del poder y los asuntos secretos y no resueltos.
Ahí encuentra sus temas. Lejos está de la comodidad.
Aunque se resistió a salir en pantalla todos los días, desde 1999
su fama tomó vuelo al conducir todas las noches (junto con Denise Maerker)
el noticario de CNI Canal 40 y también el programa semanal Séptimo
Día, emisión en la que se presentan las personalidades de más
alto nivel del país en el momento del conflicto.
JOSE ANTONIO FERNANDEZ: Durante mucho tiempo hiciste
periodismo relacionado con temas económicos (en Banamex y Expansión).
Era un periodismo cómodo, con recursos. De pronto das un giro importante
y tienes una nueva trayectoria en la que entras a proyectos nuevos, todos de
carácter político, como el ser la cabeza de las noticias en Radio
y Televisión Mexiquense, el periódico El Independiente que nunca
vio la luz, la fundación de una agencia de corresponsales y ahora el
Canal 40 (ya en el 2000 es Director Adjunto de Milenio, luego de un paso rápido
por el periódico Reforma) ¿Dónde encuentras el atractivo
de entrar a proyectos nuevos y, en ocasiones, poco cómodos?
CIRO GOMEZ LEYVA: Para mí es mucho más atractivo este tipo
de periodismo. Es más, es emocionante.
Yo soy un tipo que bebo poco y que no consumo drogas, así es que uno
se hace adicto a otro tipo de estímulos. En el periodismo político
la gran droga es la adrenalina. Cuando no hay adrenalina no sientes que estás.
De pronto tienes que descansar de ella, pero te vas acostumbrando y encuentras
la parte seductora que tiene esta emoción.
J.A.F.: ¿Da miedo?
C.G.L.: ¡Claro! Yo me muero del miedo. Da de muchos tipos.
Yo nunca digo que mi gran compromiso es con el país o con la democracia.
Mi primer compromiso es siempre con los personajes que forman parte de una historia.
Cuando yo estoy entrevistando a alguien mi gran compromiso es con esa persona.
Es por transmitir de la manera más fidedigna, verosímil y confiable
lo que estoy escuchando y viendo. Luego viene el miedo de posibles repercusiones.
Recuerda que no vivimos en Canadá o en Suiza. En México no tenemos
esa cultura informativa de otros países, en los que la información
dada a conocer por los medios mueve a la reflexión. Aquí la información
publicada, en muchos casos, mueve otras cosas. Y sobre todo cuando estás
haciendo un reportaje que afecta intereses, porque esos intereses en ocasiones
se molestan y protestan. Cuando protestan en forma civilizada no hay problema,
pero no siempre lo hacen así y eso aterra.
J.A.F.: ¿Te han amenazado?
C.G.L.: Sí lo han hecho. Nunca he dicho qué tipo de amenazas
ni me interesa decirlo, porque creo que en este país hay un millón
de tipos que se la están jugando todos los días, y que los periodistas,
como quiera que sea, tenemos tribuna, medio y prestigio que siempre son buenos
mecanismos de defensa.
Alguna vez me hicieron una entrevista y me preguntaron qué era el miedo
en el periodismo. Yo respondí que era llegar a tu casa a las 12 de la
noche y darle un beso a tu hijo de dos años que duerme en su cama, después
de haber escrito un reportaje sobre las atrocidades cometidas por la Dirección
Federal de Seguridad. Ése es el miedo. Haya represalias, haya llamadas
o no, es un miedo muy interior. Es el miedo de saber que eres vulnerable.
J.A.F.: ¿Por qué saliste del periódico
Reforma?
C.G.L.: Yo soy un tipo que vive de lo que gana. No puedo estar viendo
sólo el tiempo presente. Tengo que preguntarme si estoy o no creciendo
profesionalmente. Si estoy en un proyecto que me enriquece y lo enriquezco,
entonces continúo.
J.A.F.: Cuando entrevisté a
Javier Alatorre, el conductor de Hechos, me decía que hasta hace poco
tiempo las fuentes de la información política eran las mismas
oficinas gubernamentales. Con la competencia de partidos y la apertura entiendo
que esto ha cambiado. ¿Cómo confiar hoy en fuentes de información
política?
C.G.L.: Es la habilidad propia del reportero. Es encontrar la fuente
justa en el momento justo, la fuente confiable en el momento necesario. Si me
preguntas qué es la experiencia del reportero, te diría que es
precisamente eso, saber discernir entre lo que es la buena fuente de información
de la que no lo es, y después comunicar de la mejor manera posible.
J.A.F.: Hay notas periodísticas
que hacen mucho daño.
C.G.L.: Vivimos una etapa de apertura pero también de gran irresponsabilidad.
Esta competencia mal sana entre los medios ha llevado a excesos brutales, terribles
y lamentables. Pero yo creo que es al lector o al televidente al que le toca
decidir quién ha ofrecido buena información y quién no.
Quién está verdaderamente preocupado por informar y quién
lo está por hacer negocio con seudoreportajes. La información
en sí misma no hace daño, no es perversa, si fuera así
nunca escribiríamos, estaríamos paralizados. Nos pasaríamos
la vida preguntándonos si tal o cual información que queremos
dar a conocer va a ser buena para el país, para la democracia, para los
niños. Siempre habría alguien que diría: "¡párate!"
La información puede ser terriblemente dañina, pero también
liberadora y hasta en ocasiones purificadora.
J.A.F.: ¿Ha sido grave el manejo
irresponsable de la información en los últimos tiempos?
C.G.L.: En ocasiones ha sido muy grave. Algunas imágenes públicas
han sido destrozadas por campañas informativas poco sólidas. A
mí me parece lamentable que la prensa mexicana, en particular la prensa
escrita, recoja con singular alegría todo lo que publica la prensa internacional
sobre narcotráfico y corrupción en México. Son grandes
reportajes del New York Times o el Wall Street Journal, que muchas veces no
reúnen los requisitos que nosotros nos imponemos de confiabilidad, y
que luego de publicados alguien le tiene que decir adiós a su prestigio.
Aplican la vieja máxima villista, que luego de que fusilaron, mataron
y descuartizaron, se ponen a investigar.
Te pongo un ejemplo: ¿qué costo pagó Pedro Ferriz de Con
después de su error en contra de Julio Scherer? No pagó ningún
costo. Julio Scherer, caballerosamente, le pidió que desmintiera lo dicho
en su noticiario. Ferriz lo desmintió como parte de los 28 temas que
tenía ese día y punto. Si Julio Scherer no hubiera reaccionado
con lucidez y esa información la hubieran tomado otros medios, fácil
les habría sido intentar aplastar la historia de un hombre que es fundamental
en la historia del periodismo mexicano.
Una de las insuficiencias democráticas que yo veo en nuestra sociedad
es que aún no hay un lector o un televidente que castigue. No tenemos
contrapesos.
J.A.F.: ¿Cómo debe castigar
el televidente o el lector?
C.G.L.: Cancelando la suscripción o dejando de sintonizar el canal.
El problema es que hay poca oferta. Ahí está el Caso Colosio.
¿Qué han pagado los periodistas que han tratado de descubrir lo
que yo llamo el hallazgo genial? Es muy fácil que un día publiquen
que tal o cual persona está involucrada, sin estar seguros o tener pruebas
de que en verdad están involcurados en el asunto. Te aseguro que al menos
durante 20 días los medios se le van encima a esa persona señalada
y, al paso del tiempo, luego de investigaciones policiacas, a ese señor
no se le comprueba nada pero la opinión pública se enteró
y le dio importancia a la noticia que lo involucró, pero no a la que
lo exoneró.
J.A.F.: ¿Hacia dónde
va el periodismo político hoy?
C.G.L.: Creo que están conviviendo las mejores virtudes de la
apertura informática con las aberraciones de la misma apertura. Ambas
tendencias están chocando. Me pregunto qué es lo que se va a imponer.
Difícil será que se imponga una de las dos. Quedará una
mezcla.
Me pregunto: ¿quedará un periodismo con sentido ético,
comprometido con los personajes de las historias? ¿O quedará el
sensacionalismo por sobre todas las cosas?
J.A.F.: Hablemos del Canal 40. ¿Por
qué aceptaste ser Director Editorial del Canal 40?
C.G.L.: En 1990 yo fui a una oficina en Las Lomas a cobrar mi liquidación,
con abogados de por medio, por mi trabajo en el proyecto del periódico
El Independiente que nunca salió a la circulación. Cinco años
después, me presento en la misma oficina de Las Lomas y me proponen incorporarme
al proyecto del Canal 40 como Director Editorial. En los dos casos trato con
las dos mismas personas: Javier Moreno Valle, hoy dueño del 40 y ayer
del proyecto del Independiente, y Hernán Cabalceta, Director General
de la estación. Yo tenía muchas dudas, tenía desconfianza
de la televisión, pero me dijeron que esto sería distinto.
Yo les propuse traer al 40 lo mejor de la cultura informativa de la prensa escrita
a la televisión, y ellos aceptaron. Me dijeron que sí y me dieron
pruebas de sobra de que respetarían el proyecto. En noviembre de 1995
ya no tenía ninguna duda y acepté. Es uno de los proyectos más
apasionantes en los que he estado. Más apasionante porque ha tenido grandes
desafíos. Todos los días que he vivido en el 40 han sido a contracorriente.
Es un proyecto que tiene mucho de romanticismo, y no sólo del pragmatismo
de la competencia.
J.A.F.: ¿A qué te refieres con romanticismo?
C.G.L.: Es el ir contra todo. Que sabes que siempre vas a arrancar la
carrera atrás. Que no tendrás puestos los tenis aerodinámicos
y que tu relevo tiene problemas hasta de desnutrición. Pero aún
así das un sprint y te metes en el pelotón con los titanes de
las otras televisoras. No sabemos si nuestro futuro es promisorio. Es de aquí
y ahora. Cuando termina el día queremos estar al día siguiente,
queremos el mañana, pero no lo sabemos.
Luego de estar en El Reforma donde se tienen todas las comodidades y toda la
infraestructura, entrar a este proyecto del Canal 40 es maravilloso.
J.A.F.: ¿La teoría del
proyecto del 40 está en la práctica?
C.G.L.: En lo que toca a mí y a la promesa que me hicieron, sí.
¿Cuál es la teoría? Es no tener miedo a que se vaya a enojar
el Presidente. No tener miedo a que se vaya a molestar un señor poderoso
o el Secretario de Gobernación. El miedo que yo siento por el Secretario
de Gobernación es el mismo que siento por el ciudadano más humilde
de esta ciudad. Mi miedo es a no publicar bien. En la prensa escrita no se está
pensando si te van a censurar o no, piensas cómo vas a dar el siguiente
cañonazo, cómo vas a mandar a tu medio encima de los demás.
Esta es una sociedad de competencia y de información, y la prensa es
un reflejo del sistemas en el que vivimos.
(Perdón), pero en 1995 la televisión mexicana lo primero que pensaba
es si se iba a molestar o no el poderoso. No se si esa siga siendo su preocupación.
Nuestra preocupación (en el 40) es informar mal. Si se enoja el poderoso,
pues qué pena. Y aclaro: si su molestia tiene fundamentos informativos,
estamos hablando de otra cosa.
La cultura de la prensa escrita no es solamente mirar al poder, también
es mirar a la sociedad. Si quieres informar mira la totalidad. Esto es lo atractivo,
independientemente si en el 40 tenemos secretarias, sillas o computadoras. Con
este proyecto yo sí apuesto. Además, apostar tiene su sensualidad,
y más cuando vas uno contra cien y le pegas.
J.A.F.: Desde el punto de vista informativo, ¿cómo
ves a la televisión en comparación con la prensa escrita?
C.G.L.: Creo que la prensa escrita le lleva a
la televisión, en calidad informativa, de 15 a 20 años. Sin embargo,
la televisión tiene mil veces más impacto que la prensa escrita.
La prensa escrita es cada vez más la comunicación de las élites
con las élites, pero el medio masivo es la televisión que, por
cierto, también le llega a las élites.
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