Voy a luchar con todo para que en México se produzcan películas animadas
Publicada en la Revista
no. 84 el 10 de agosto 2005
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Por José Antonio Fernández
F.
Enrique Navarrete es el animador mexicano más internacionalizado. Así
como muy pocos futbolistas mexicanos consiguen contratarse en el fútbol
de otros países, también en la industria de la animación
salir a las canchas internacionales resulta una excepción.
Navarrete es el único animador mexicano en la historia que ha participado
en 4 largometrajes de animación de gran importancia en Estados Unidos.
Formó parte del equipo de El Príncipe de Egipto y estuvo en la
preproducción de Shrek 1. También fue animador de Ants (Hormiguitas)
y Madagascar (en estos dos últimos largometrajes colaboró de principio
a fin).
Aquí cuenta su historia de cómo llegó a la meca de la animación
en el mundo, Hollywood, y por qué se regresó a México y
fundó la casa de animación Los hijos de su madre, que actualmente
dirige. A sólo unos meses de su apertura ha realizado ya varios comerciales
y tiene en proyecto series animadas para televisión y largometrajes,
por supuesto, animados.
José Antonio Fernández: ¿Dónde
naciste?
Enrique Navarrete: Nací en Jalapa. Mi
papá es arquitecto y fue por muchos años contratista con el Seguro
Social, por lo que vivimos en muchas ciudades. Éramos la familia itinerante.
Vivimos en Monterrey, Obregón, Hermosillo, Chetumal y otras ciudades
de México. En Jalapa pasaba mis vacaciones. Cuando yo terminaba la secundaria
nos establecimos en la ciudad de México.
José Antonio Fernández: ¿Qué
estudiaste?
Enrique Navarrete: Estudié Diseño
Gráfico en la Ibero. Soy de la generación 84-88.
José Antonio Fernández: ¿Estudiaste
Diseño Gráfico con el afán de hacer animación?
Enrique Navarrete: No, no lo imaginé así
cuando entré a Diseño. A mí siempre me gustó la
animación, pero no pensé nunca en dedicarme a ser animador porque
era algo que no existía en México. Yo veía los programas
de animación de Disney, los de detrás de cámaras, y me
llamaban la atención. Pero sabía que era un oficio que se hacía
en Hollywood, no en México. No estaba en mis planes ser animador. Yo
lo que quería era dedicarme a hacer algo gráfico. Desde que entré
a la prepa me metí a trabajar en las tardes a una agencia de publicidad
que estaba a una cuadra de mi casa. Yo sabía dibujar (fui el típico
niño que tenía sus cuadernos llenos de dibujos). La primera persona
que me abrió las puertas para trabajar fue Gustavo Rodríguez,
en la agencia J.C. Publicidad. Gustavo es hoy el guionista de Eugenio Derbez.
José Antonio Fernández: ¿Y
qué hacías en esa agencia J.C. Publicidad?
Enrique Navarrete: Entré como aprendiz,
luego fui diseñador y después Director de Arte.
José Antonio Fernández: ¿En
la prepa te convertiste en Director de Arte?
Enrique Navarrete: Sí, cuando iba en tercero
de prepa. Conservo mi portafolio de trabajo de entonces. Llevábamos,
por ejemplo, todo lo que era el pegamento Pritt. El dueño de J.C. era
Jesús Cuevas, que también era propietario del Centro de Estudios
de la Comunicación. Me ofreció una beca para estudiar publicidad
en su escuela. Estuve un semestre, pero me di cuenta que no soy el típico
creativo. Ahí me quedó claro, por primera vez, que a mí
me interesa más desarrollar el lado visual de la creatividad.
Por esa razón me cambié a la Ibero a estudiar Diseño Gráfico.
José Antonio Fernández: ¿Seguiste
trabajando mientras estudiabas Diseño?
Enrique Navarrete: Me salí de J.C. Publicidad
y me dediqué de lleno a estudiar durante un año. La Ibero me exigía
mucha dedicación. Al año entré a la agencia Retana y después
me contraté con Paulino Romero. Ahí era asistente de Director
de Arte. Llevábamos cuentas como Sanborns y Kimberly Clark (pañales
Kleen Bebé). Me maté tanto trabajando y estudiando, que un día
me desmayé en la agencia. Los Romero, que eran los dueños de la
agencia, me atendieron de inmediato. Yo tenía 21 años. Fue por
mí una ambulancia. No estaba tan grave, por lo que me llevaron a mi casa.
El doctor me preguntó qué hacía y yo le conté. Me
dijo que no podía seguir con ese ritmo de trabajo y de desveladas. Renuncié
a Paulino Romero y me dediqué a estudiar hasta que prácticamente
terminé la carrera. En el último semestre volví al trabajo.
Entré a Young&Rubicam como Director de Arte, con cuentas como Dupont
y Tequila Sauza.
José Antonio Fernández: ¿Cuándo
decides ser animador?
Enrique Navarrete: Cuando estaba en Young&Rubicam
todo el tiempo me preguntaba: "¿a dónde voy?". Yo tenía
un claro conflicto: mientras más subía de puesto, menos dibujaba.
Dedicaba cada vez más mi tiempo a estar en juntas y con clientes que
en dibujar, y eso no me gustaba nada. Yo sabía que si me ascendían
de Director de Arte a Creativo, ya no dibujaría más. Yo no quería
que me pasara eso. A mí me gusta trabajar en el concepto visual, y sentía
que era una traición a mí mismo el trabajar en la publicidad y
dejar de dibujar.
José Antonio Fernández: ¿De
plano entraste en crisis?
Enrique Navarrete: Por supuesto, estaba en una
total crisis, tan grande que renuncié a Young & Rubicam. Entonces
fue cuando un buen amigo, Luis Vázquez, a quien le vivo eternamente agradecido,
me invitó a un estudio de animación. En el momento que entré
a ese estudio de animación, me dije: "esto es lo que yo quiero hacer".
Como estaban produciendo un largometraje animado, tenían todas las paredes
completamente tapizadas de dibujos con diseños de escenarios y personajes.
Me pareció un mundo increíble. El dueño y director del
estudio era Fernando Rodríguez, que también era el director de
la película animada Ivanhoe. Nunca logró terminarla. Yo le llevé
mi portafolio de trabajo y me contrató. Ahí aprendí animación
y me di cuenta de dos cosas: en México no había lugares donde
se hiciera animación y las técnicas que utilizábamos no
eran las más avanzadas. Si quería en verdad aprender animación,
tenía que estudiar fuera del país. A los seis meses de iniciar
con Ivanhoe, Fernando Rodríguez tuvo severos problemas económicos
y cerró el estudio. Yo me puse a investigar en dónde había
escuelas de animación. Había muy pocas escuelas en 1988. Apliqué
en la de Disney, en otra en Vancouver y en Sheridan, en Canadá. La de
Disney era carísima, costaba 24,000 dólares anuales. Canadá
tenía costos más accesibles. Como yo me estaba pagando la carrera,
busqué seguir trabajando para ahorrar e irme a Sheridan, en Canadá.
José Antonio Fernández: ¿Regresaste
a la publicidad?
Enrique Navarrete: Me contraté con Leo
Burnett durante 4 años. Fue la época de oro de Leo. Los creativos
con los que colaboré en ese tiempo hoy son grandes figuras de la publicidad,
como Raúl Cardós, actual Director General de DDB, Ana María
Olabuenaga, Presidenta de Olabuenaga Chemistri, Lourdes Lamasney, Marco Colín
y Yuri Alvarado. Fue una generación muy importante para la publicidad.
José Antonio Fernández: ¿Por
qué crees que se dio esa generación? Y te lo pregunto porque yo
siempre he pensado que cuando se dan esas camadas de gente brillante, es porque
pasa algo que provoca que el talento se lance al ruedo y se desarrolle.
Enrique Navarrete: Para empezar, yo siempre quise
trabajar en Leo Burnett.
José Antonio Fernández: ¿Por qué?
Enrique Navarrete: Leo Burnett proyectaba ser
la cuna creativa de las mejores ideas en México. Hoy siento que BBDO
y Ogilvy proyectan esa imagen.
A finales de los ochentas era Leo. Si querías hacer la mejor publicidad,
el lugar era Leo Burnett.
José Antonio Fernández: ¿Quién era el que fomentaba
este gusto por la creatividad dentro de Leo Burnett?
Enrique Navarrete: Yo creo que era Charly Blackemore.
Él era el Vicepresidente Creativo. Es una persona impresionantemente
profesional. Charly trabajó directamente con Leo Burnett, y me refiero
a la persona de carne y hueso. Charly no hablaba bien español, pero nos
enseñó a ser creativos. Nos decía que si él entendía
nuestra publicidad, entonces nuestra publicidad funcionaría. Porque si
no hablaba español pero aún así Charly la entendía,
es que sí lográbamos transmitir una idea creativa.
José Antonio Fernández: ¿Se
obligaron a hacer trabajos muy visuales?
Enrique Navarrrete: Así es, muy visuales,
por eso yo estuve feliz en Leo Burnett. Menos texto y más imagen con
impacto. Además, en Leo había un sistema que se llamaba CRC, Comité
de Revisión Creativa. Esto lo instituyó Leo Burnett en Chicago.
El CRC consistía en que los creativos juniors presentaban sus propuestas
a las cabezas de la agencia. Entonces las personas que más sabían
de la agencia nos enseñaban a los que menos sabíamos. En el CRC
se amarraban y aterrizaban muy bien las ideas creativas, y después se
les presentaban a los clientes. Yo nunca presenté una idea creativa a
un cliente sin pasar por el CRC. Además, por supuesto, en el CRC las
ideas se enriquecían mucho. Ese sistema ayudaba en forma importante.
Además, la filosofía de Leo Burnett de "alcanza una estrella",
que firmas en tu contrato de empleo, seduce y motiva.
José Antonio Fernández: ¿Cómo
es eso de la filosofía de "alcanza una estrella"?
Enrique Navarrete: Cuando tu firmas tu contrato
te dan un Manual de Principios Operativos de la agencia Leo Burnett, que todavía
conservo. Ha sido la base de mi carrera. Te dicen que lo que tienes que hacer
es alcanzar una estrella. De hecho es el logo de Leo Burnett. Su filosofía
es: siempre has las cosas lo mejor que puedas. Esa filosofía de trabajo
de ir por lo mejor, de la unión de grupo, de la revisión en una
mesa con las cabezas presentes y de entregar al cliente a tiempo, nos dio un
método y nos dio también seguridad.
La columna vertebral de mi carrera está armada por dos enseñanzas
muy importantes: Leo Burnett, con todo lo que te platico, y desde el punto de
vista chispa creativa: Gustavo Rodríguez, que como te conté fue
mi primer jefe y es hoy el guionista de Eugenio Derbez.
José Antonio Fernández: ¿A
qué te refieres con la chispa creativa de Gustavo Rodríguez?
Enrique Navarrete: Gustavo siempre analizaba
la problemática de un producto y siempre buscaba ser muy original, diferente,
llamativo y divertido para hacer las campañas. Es una enseñanza
que aplico todo el tiempo.
José Antonio Fernández: ¿Y
cuándo te vas a estudiar animación a Canadá?
Enrique Navarrete: Trabajé 4 años
en Leo Burnett. Todo mi sueldo lo ahorré. Cuando junté lo suficiente
tomé un avión y me fui a Canadá al Sheridan College, en
donde ya me habían aceptado desde tiempo atrás. La carrera de
animador era de tres años. Estudié los dos primeros, regresé
a México a trabajar un año en Mac Cann Erickson como creativo,
me casé y volví a Sheridan a concluir el último año.
José Antonio Fernández: ¿En
Canadá te contactas con las productoras de películas animadas?
Enrique Navarrete: Mi escuela, Sheridan, tiene
un método muy interesante para ligar a sus estudiantes con las grandes
productoras. Los alumnos hacen un corto que al final de la carrera proyectan
como si fuera un examen final. A esa proyección invitan a las grandes
casas productoras de películas que mandan a buscadores de talento. Esos
buscadores ven los cortos y corren invitaciones a los alumnos que les interesan.
Está muy bien organizado, porque además de ver tu corto, cada
alumno hace una exhibición con sus dibujos que también ven estos
buscadores de talento. Al final del día la escuela te avisa si tienes
entrevistas de trabajo.
José Antonio Fernández: ¿Cómo
te fue con ese método?
Enrique Navarrete: Muy bien. Yo tuve cuatro ofertas.
Una de ellos fue de Dream Works para participar en su primera película
animada: El Príncipe de Egipto. También me invitaron de PDI, una
casa de animación que yo admiro profundamente. Ellos sólo hacían
en ese entonces comerciales y efectos especiales. Habían hecho los famosos
efectos del video de Michael Jackson (en los que se transforma en arena).
José Antonio Fernández: ¿Por
cuál te decidiste?
Enrique Navarrete: Por Dream Works. Me hicieron
una invitación extraordinaria. Me ofrecieron capacitarme 6 meses con
sus mejores animadores. Después me harían un contrato para participar
como animador en El Príncipe de Egipto, su primera película animada.
José Antonio Fernández: ¿En
qué lugar estaban?
Enrique Navarrete: En Los Angeles.
José Antonio Fernández: ¿Cómo
te fue?
Enrique Navarrete: Dream Works estaba empezando.
Era su primera película animada. Tuve experiencias increíbles.
Dream Works la fundaron Steven Spielberg, Jeffrey Katzenberg y David Geffen.
Esto significa que tienes la oportunidad de estar trabajando en la oficina de
Spielberg, lo que de entrada siempre resulta fantástico.
José Antonio Fernández: ¿Cómo
es Spielberg?
Enrique Navarrete: En su trato es una gente totalmente
normal. Viste siempre con pantalón de mezclilla. Es un hombre tranquilo.
Sabe tomar lo mejor. Tiene asesores que siempre están cazando buenas
ideas. Cuando se las muestran él escoge las mejores para realizar. Es
un excelente visualizador. Personalmente pule las ideas que selecciona y las
convierte en oro.
José Antonio Fernández: ¿A
qué te refieres al decir que es un excelente visualizador?
Enrique Navarrete: Spielberg lee un texto y tiene
un gran oficio para hacer que eso se vea en pantalla en forma muy atractiva.
Sabe hacer de una idea pequeña una idea enorme.
José Antonio Fernández: ¿Aportaba
ideas en las juntas de El Príncipe de Egipto?
Enrique Navarrete: Sí, por supuesto. Te
puedo contar mil anécdotas. Una vez nos invitaron a ver, junto con Spielberg,
su película de tesis. Es un corto que se llama Amblin. Dura unos veinte
minutos. Spielberg tiene su oficina dentro de los estudios Universal. De hecho,
cuando visitas los estudios en el carrito, pasas junto a su oficina. No te lo
dicen, pero por su ventana él puede mirar a los visitantes. En esa misma
oficina tiene una sala de cine pequeña. En ese cine veíamos todas
las semanas películas seleccionadas. Ahí nos proyectaron su corto
Amblin. Es la historia de dos jóvenes que se encuentran en una viaje
a California. Al final de la proyección nos sirvieron el desayuno (era
lo habitual). Spielberg se sentó con nosotros y nos preguntó qué
nos había parecido su película. Todos conversamos con él.
Nos dijo que había tenido suerte en su primera contratación. Amblin
es un corto bien dirigido pero no es extraordinario. Uno de mis compañeros
le hizo una pregunta en serio, que por hacerla en serio resultó más
graciosa. Le dijo: "¿existen los extraterrestres?". Spielberg
le respondió, de buen humor, que él no sabía si existían
o no. Otro compañero le preguntó que si había hecho la
película ET por encargo del gobierno de Estados Unidos, porque se dice
que la intención de esa cinta fue que la gente del planeta tierra supiera
que los extraterrestres tenían buen corazón (es una teoría
que circula en Estados Unidos). Spielberg le respondió que él
no tenía nada que ver con el gobierno. Steven Spielberg fue el de la
idea de hacer El Príncipe de Egipto. Aportó muchas ideas concretas
a esa película. Todas las semanas estaba con nosotros. Ya en las siguientes
películas (Shrek, Ants y Madagascar) no participó.
José Antonio Fernández: ¿Qué
hiciste en El Príncipe de Egipto?
Enrique Navarrete: En DreamWorks me enseñaron
a manejar Softimage. Un día me dijeron que si quería participar
en una nueva película: Shrek. Les dije...
Más de lo
que dijo Enrique Navarrete en entrevista
(respuestas sobre El Príncipe de Egipto, Hormiguitas, Shrek y Madagascar)
-Para El Príncipe de Egipto
trabajamos como 250 personas, contando al personal administrativo. Se realizó
a lo largo de dos años.
-Cuando se dio el fracaso inicial de Shrek, empezaron a correr gente en DreamWorks
(de los que trabajábamos en Shrek 1). Pensé que saldría
despedido, pero me dijeron que me regresarían a El Príncipe de
Egipto a producción. Estuve ahí otros seis meses. Entonces fue
que me llamaron de PDI, que se había asociado con DreamWorks. Me entrevistaron
en San Francisco. Me invitaron para que participara como animador en Hormiguitas
(Antz), que sería la segunda película de la historia hecha en
computadora (la primera fue Toy Story de Pixar). Por supuesto que acepté.
-La entrevista de trabajo que me hicieron en San Francisco para entrar a la
película Hormiguitas (Antz), fue a fondo. Cada dos horas me entrevisté
con dos personas. Empezamos en la mañana y acabamos en la tarde. Prácticamente
me entrevisté con toda la compañía PDI. Todos querían
estar seguros de que te podías adaptar y de que sí trabajarías
en el nivel que ellos estaban buscando. Era mucha suerte para mí. Logré
entrar a PDI y también capacitarme y trabajar en DreamWorks.
-No salgo en los créditos de El Príncipe de Egipto ni en Skrek
1, porque no participé en esas películas de principio a fin. Pero
ahí estuve y conservo mis dibujos.
-En Hormiguitas estuve de principio a fin. Fue una gran experiencia para mí
y para todos los que en ella colaboramos, porque fue (para todos) nuestro primer
largometraje animado. El día que la terminamos nos pusimos a bailar,
gritamos y nos tiramos al piso. Nos pusimos eufóricos.
-A Hormiguitas le fue muy bien en taquilla. Costó 30 millones de dólares
y recuperó 90. En cambio, El Príncipe de Egipto había costado
120 millones dólares y obtuvo una taquilla de 90.
-Cuando terminó Hormiguitas me invitaron a participar en Shrek 2, pero
me dijeron que empezarían en 9 meses. Decidí regresarme a México
y fundar La Mamá de Tarzán, la casa de animación, junto
con Alejandro Orendáin, de quien terminé por separarme porque
hubo muchas transas que no soporté. Sé que hoy La Mamá
de Tarzán, al igual que La Telera, están a punto de cerrar.
-Recibí la invitación de hacer Shrek 2. Hable con Alejandro Orendáin.
Intenté aclarar las cosas de La Mamá de Tarzán pero no
se pudo. Finalmente me decidí y firmé un contrato como animador
para hacer Shrek 2 y Madagascar y regresé a Estados Unidos.
-Shrek 2 es la película de animación más exitosa de todos
los tiempos. Recuperó más de 500 millones de dólares en
taquilla. Costó alrededor de 80. La taquilla número uno de la
historia es Titanic, las dos es La Guerra de las Galaxias y la tres Shrek 2.
A Madagascar también le ha ido bien. Lleva recaudados unos 300 millones
de dólares.
-El éxito de Shrek 2 es que rompió con el clásico formato
de Disney y eso sedujo al público. Shrek 2 es toda una innovación
en películas animadas
Más de lo que dijo Enrique Navarrete
en exclusiva para CANAL100.com.mx
- El formato de Disney es el de las canciones,
la víctima mujer (indefensa) y el héroe. Lo traen desde hace décadas.
La gente ya se cansó de esa fórmula.
- Shrek es el sarcasmo al formato Disney. Hay sarcasmo y burla. Es totalmente
irreverente. Se burla de los cuentos de hadas. Aplica una nueva narrativa. Son
películas que pueden ser vista por niños, adolescentes y adultos.
Todos se divierten.
- El director no tiene tanto peso en DreamWorks. Debe cuadrarse con el productor
que es Katzenberg.
- Madagascar me gusta porque no es pretensiosa. No tiene esa pretensión
de Disney. Madagascar es una historia sencilla de amistad que también
puede ser vista por todos los públicos y todos se pueden divertir. No
tienen un discurso político evidente. Es un discurso como el de Antz:
sueña por algo, consíguelo e intenta pasarla bien.
- Mi película de animación favorita es El Gigante de Hierro.
- Katzenberg prácticamente dirige las películas animadas de DreamWorks.
- En Shrek 2 animé prácticamente al 90 por ciento de los personajes.
Sólo no participé en animar a Fiona y a Shrek cuando aparecen
guapos.
- En DreamWorks cada equipo de animación es de 5 ó 7 personas.
Cada equipo es dirigido por un director de animación. A cada equipo le
asignan una secuencia y cada secuencia tiene unas 50 escenas. Los animadores
deben saber animar tanto drama, como chiste o comedia. Nuestro equipo hizo,
por ejemplo, entre otras, la secuencia final del baile de Shrek 2.
- Hace dos años que platiqué contigo te dije que mi intención
no era el sólo dedicarme a hacer comerciales, también quería
realizar películas de animación. Por eso me fui a hacer Shrek
2 y Madagascar, pero tenía la intención desde entonces de regresar
a México pero con una trayectoria más importante. Hoy cuando llego
a una junta y digo que hice Shrek y Madagascar,
no es lo mismo que cuando me presentaba diciendo que había animado Hormiguitas.
Mi decisión de abandonar La mamá de Tarzán no fue sólo
por el pleito con Alejandro, sino porque la compañía me tenía
esclavizado creativamente.
- Hoy, a tres meses de abrir la casa de animación Los hijos de su madre,
estoy cotizando tres películas animadas y 4 series de televisión
(también animadas). En tres meses hemos hecho 7 comerciales animados.
- Por nada pienso dejar los comerciales. Se puede aportar creativamente mucho
en los anuncios. Los Hijos de su Madre va a ser siempre una casa de animación
para comerciales.
- Para las películas haré otra compañía.
- Yo tengo que empezar a enseñar a todos aquí en México
lo que aprendí animado películas en Estados Unidos. Necesito hacer
animadores para cumplir todos estos sueños. Sé que pedir y sé
cómo hacerlo. Yo ya no me puedo sentar a animar, necesito dirigir y producir
y hacer animadores.