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Guillermo del Toro
El cine mexicano necesita una ventaja mínima legal sobre el de Estados Unidos
Publicada en la Revista no. 94 el 11 de abril 2007
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Por José Antonio Fernández F.

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Guillermo del Toro es, y lo digo sin temor alguno a equivocarme, el director de cine mexicano más imaginativo de todos los tiempos. Si Felipez Cazals dio ambición por el contenido, seriedad, horizonte, obsesión por la calidad y compromiso al cine nacional a partir de los setentas, ahora del Toro le abre a la cinematografía mexicana un fabuloso abanico de imaginación para que los cineastas de México y América Latina eleven al máximo sus ambiciones creativas y luchen por llevar a la pantalla la historia más compleja, elaborada y fantástica que nadie antes había imaginado y que seguramente ellos no pensaron en verdad que podían filmar. Así de importante es Guillermo del Toro. Acompañarlo en su lucha no es cosa fácil.

Con su película El Laberinto del Fauno, ha saltado a la fama mundial. Ganó el Goya en España. el Bafta en Inglaterra, peleó por los óscares con todo (debió ganar porque le demostró a Hollywood que el cine fantástico puede tener mucho fondo y ser muy inteligente) y obtuvo el premio a la Mejor Película en los premios que otorga la Academia de México.

La noche en la que se entregaron los premios Ariel, subió en varias ocasiones al estrado del Palacio de Bellas a recibir las estatuillas obtenidas, y todas las veces bromeó con el galardón. La gente se alegró con su triunfo, se le veía ligero y sin preocupaciones. Pero cuando llegó a sus manos el Ariel por Mejor Película, su tono cambió. Se hizo la siguiente pregunta frente a todo los presentes: lo que no entiendo es por qué las otras cintas nominadas a la Mejor Película no tienen
compañía que las distribuya. Se refería especialmente a El Violín, el largo de Francisco Vargas que ha ganado más de 20 premios en todo el mundo. Con su crítica aguda a la distribución, del Toro provocó un largo silencio en la sala y, por supuesto, muchos aplausos.

Con su Laberinto, su imaginación siempre desbordada pero que al mismo tiempo permanece bajo control para no perder la historia de fondo, su seria posición ideológica, su simpatía personal que gana a cualquiera, su manera neta de ser y de decir las cosas, conquistó en sólo unos cuantas horas a la prensa, los jóvenes, el público y a la comunidad cinematográfica mexicana que lo había visto antes siempre en forma distante.

Hoy Guillermo del Toro es un ídolo y se le reconoce. Para su buena fortuna, se ha consagrado con El Laberinto del Fauno, cinta que cuenta con un guión más que redondo escrito por él mismo, en el que se da el lujo de criticar y hacer pedazos a la ideología franquista y en el que envía un mensaje directo y a la vez mágico al mundo que ha dejado de creer en la dignidad del ser humano.

En todas sus presentaciones públicas en México, del Toro se mostró alegre. En todas mencionó una y otra vez que le ha costado mucho trabajo filmar y más aún defender sus finas pero también delirantes historias. En todos los casos ha vencido, y en todos sus largometrajes ha necesitado siempre más presupuesto que el planeado originalmente. Piensa en monstruos, sueña en monstruos y sabe ponerlos en pantalla. Reforma publicó la anécdota de que su abuelita lo mandó exorcizar en dos ocasiones cuando era niño.

Lo cierto hoy es que Guillermo del Toro es genial y su película El Laberinto del Fauno es absolutamente encantadora.
En las siguientes páginas reproduzco algunas declaraciones que Del Toro dijo en algunas conferencias de prensa y transcribo completa La Charla que el realizador tuvo con Leonardo García Tsao, director de la Cineteca Nacional, colaborador habitual de la Revista Telemundo y uno de los críticos de cine más importantes de nuestro país.


Pregunta: Un periodista (de una página de internet para discapacitados) le preguntó por qué decidió que el protagonista de la película Mimic, el que logra ser intermediario entre las arañas y los humanos, fuera un niño autista.
Guillermo del Toro: No son arañas las de Mimic, son insectos. Tienen dos patas menos. La verdad es que la historia de Mimic es en cierta medida una autobiografía.
Originalmente el guión era más radical. El niño conseguía comunicarse con los insectos pero no con los humanos, y veía al final que los insectos mataban a su abuelo y a otros humanos y a él no le importaba. Pero el guión fue cambiando cuando lo trabajé con el estudio Miramar.
La idea de Mimic es la que he mantenido en todas mis películas: contar la historia de personajes infantiles que existen en su propia realidad. Sea la niña de Cronos, la niña de El Laberinto del Fauno, el niño de Mimic o los niños de El Espinazo del Diablo. Sobre esa idea siempre
doy vueltas.


Pregunta: El mismo periodista, notoriamente discapacitado a decir de su forma de hablar, le preguntó a del Toro si se había inspirado en algún discapacitado para crear a los monstruos de El Laberinto del Fauno (los llamó monstruos por decirles de alguna forma, aunque también podemos llamarlos personajes fantáticos)
Guillermo del Toro:
No me inspiré en nadie en especial. Los personajes de El Laberinto nacieron de mi imaginación.

Pregunta: Otro periodista preguntó qué opinaba del apoyo que existe en México para producir cine.
Guillermo del Toro:
El apoyo para hacer cine en México se ha ido creando y desbaratando sexenio con sexenio, en forma totalmente radical. Y hablo del apoyo estatal, aunque con la iniciativa privada sucede lo mismo. De pronto se colapsa y luego surge alguien por ahí que entra con su dinero. No hay continuidad. Es claro.
El cine nacional necesita de una estructura legal, federal, que permita una ventaja mínima al cine mexicano sobre el de Estados Unidos. El problema es que si
vivimos en un país que se reinventa cada seis años, el asunto es complicado.
Sé que en el 2008 se puede revisar legalmente el Tratado de Libre Comercio. Será momento de pelear entonces para ubicar al cine nacional como una empresa cultural y buscar formas de protección claras para que pueda existir y se desarrolle en un sistema capitalista.
Tenemos que pelear por las películas que hoy se están filmando y estrenando, pero también y con más fuerza por las que todavía no se han filmado, por toda esa gente que quiere debutar.


Pregunta: Una joven periodista le pregunta por qué tomó la decisión de ser productor de cintas que no va a dirigir, como El Orfanato. Y redondeó así su pregunta:
¿por qué quieres ser productor de cintas en las que no podrás “meter tu cuchara”, como cuando eres productor y director?
Guillermo del Toro:
Justamente por eso. Mis experiencias positivas con productores, han sido con los que están ausentes cuando no los necesitas y presentes cuando los necesitas (como director). Los otros productores son infumables.
Si a mí me necesitan en El Orfanato como productor ahí estaré, y si no me requieren me callo la boca y me voy.
Me importa encontrar un modelo de producción que me permita aprender de la gente que realiza su primera o segunda película, porque es cuando más sueñan, y ese
momento sólo se da cuando no sabes lo que no se puede hacer. Ser productor así, es una forma de renovarme. Me siento bien de hacerlo.
Te lo digo de esta manera: es muy bonito actuar de guarura de alguien que empieza para que no les pase lo que me ocurrió a mí con Mimic. Lo que a mí me sucedió,
es el equivalente a cuando alguien se agacha a recoger el jabón... en la prisión (luego de esta anécdota de del Toro encerrada en una frase, más de 600 personas que estaban en la sala de la Cineteca Nacional estallaron en una gran carcajada). Fue bastante brutal y al principio no necesariamente se siente muy bonito. Luego me empecé a acostumbrar.
Con el productor Juan Antonio Bayona fue muy clara la relación. Recuerdo que me preguntó qué quería: le dije que a Geraldine Chaplin, a Belén Rueda y 60 días de rodaje. Me dijo que conseguiría a Belén Rueda y que contara con 80 días de filmación. Cuando las cosas son claras, encuentras el camino para avanzar.
Si (Carlos) Slim me diera su dinero para filmar, haría cientos de películas, pero pensar así no lleva a nada porque no es algo real.
A cada una de mis películas siempre invito a diez o doce chavos para que colaboren en puestos importantes. Esos doce me reconocen, aunque sé que los otros doce a los que dije no, seguramente dicen: pinche gordo hijo de la chingada.


Pregunta: Un periodista del Imer le comentó que lo han premiado por cuestiones técnicas. Luego hizo su pregunta: ¿es la manera de que llegues al reconocimiento o es la formas de conseguir realizar grandes producciones?
Guillermo del Toro:
Para un director hay dos historias importantes: la literaria, es decir, los guiones como tal, que tienen que ser, para mí, un universo muy, muy personal. Y la otra historia de la misma película es la parte formal, el llevar la narración a la pantalla, que también cuenta las mismas cosas de tí como realizador.
La escritura del cine no es sólo el guión, sino la dramaturgia. Es el guión, la cámara, el color, la textura, la forma, el movimiento, la dirección de arte y demás elementos. Todo esto es el cine.
En mis películas hay un universo tanto visual como de inquietudes y de historias que sí me importan, que son personales. Mi cine es fetichista en forma inevitable, porque todos los gordos somos fetichistas, aunque algunos lo nieguen. Es importante que seas fiel a tus impulsos.


Pregunta: Otra joven periodista de Televisión Educativa, le hizo una curiosa pregunta que aparentemente se salía del tema, que del Toro aprovechó para
contestar con elegancia y en la que mostró su gusto por las historias. La joven preguntó: ¿qué le hace falta a la radio para tener más público, para que los
radioescuchas tengan pasión por escuchar radio como lo hacen hoy millones para ir al cine?
Guillermo del Toro:
Como radioescucha me encantan los programas que dramatizan a través del sonido. Lo hicieron en México Martín Hernández y Alejandro González Iñárritu, en la W.
En Estados Unidos se transmite un programa por la radio pública que me encanta. Se llama This American Life (Esta vida en América). Son como documentales armados con una pista de sonido muy, muy compleja, que cuentan historias en muchas ocasiones de manera más fuerte que las que vemos en películas. La ventaja de la radio es que tiene a la mano el mayor estudio de producción del mundo, que es la cabeza de la gente.
Uno de los capítulos cuenta lo que sucede a un tipo que va a un prisión de máxima seguridad a montar una versión de Hamlet con los reclusos. Su idea se enriquece al encontrarse con los prisioneros. Termina contando en forma muy fuerte la vida de los reos que participaron con su proyecto. Para mí ese programa de radio es una de las narrativas más emocionantes que he escuchado en mi vida.


Pregunta: Un joven periodista de la ciudad de Tulancingo, le recordó a del Toro que en alguna ocasión, hace ya muchos años, comentó en una revista
que mientras la cinta Drácula era una sinfonía, su película Cronos era apenas un bolerito. Con base en esa respuesta, el joven formuló la siguiente pregunta:
¿cómo le vas a hacer ahora que eres el superstar (súper estrella) de los directores mexicanos, para seguir siendo escritor de boleros en una industria que te quiere para filmar sinfonías?
Guillermo del Toro:
Yo haré cosas frikies toda mi pinche vida (se le llama frikie a alguien que dedica su vida a una afición y se comporta en forma más bien solitaria y antisocial; los temas terroríficos o fantásticos se relacionan a los frikies porque justo son los que les gustan, por supuesto; igual se fascinan con Drácula que con títulos de comics. Nota del Editor).
A mí me vale madre qué espera la gente de mí. Sé que es una actitud muy irresponsable, pero es lo que hay que hacer.
A lo más que llegaré en mi vida es a producir boleros con orquesta. No me interesa el gran formato de sinfonía.
Yo he vivido con los monstruos toda mi vida. No me salí de lo mío para hacer una adaptación de la obra de Dostoievski para ver si me ganaba un Óscar o no. El prestigio vino al pinche gueto a visitarnos a los monstruos y a mí, si vuelve o no ya es problema del prestigio. Yo seguiré viviendo en el mismo gueto con los mismos monstruos a toda madre.

Ahora reproduzco La Charla de Leonardo García Tsao con Guillermo del Toro:

Leonardo García Tsao: ¿Si Cronos era un bolero, qué es Doña Lupe (tu primer corto)?
Guillermo del Toro:
Yo quería hacer un corto policiaco. En ese entonces salieron las novelas de Paco Ignacio Taibo II, en las que el protagonista era Belascoarán Shayne. Me gustaba mucho pensar que se podían producir historias policiacas en provincia en las que se mostrara un entorno totalmente patético. Es como el postulado de
Cronos, que se desarrolla en una casa de clase media.
Mi primer corto costó mil dólares de entonces. Llevamos a Guadalajara equipo de México, desde la cámara. Planeamos un rodaje lujosísimo de dos semanas. El fotógrafo, que abusaba del perejil y el orégano, tuvo a bien filmar mal. Todo el material revelado salió obscuro. Se veía puro negro, luego de diez días de rodaje.
Recuerdo que le pregunté: ¿qué pedo? Me respondió: ¡no sé, güey!.


Leonardo García Tsao: Ese fotógrafo filmó un largometraje completo fuera de foco.
Guillermo del Toro:
Era un fotógrafo ciego.
Total que refilmamos Doña Lupe en un día y una noche. Recuerdo que filmamos 32 horas seguidas sin dormir. El asistente de dirección me decía: no eres humano.
Por supuesto, cuando filmas tus cortometrajes imaginas que estás rodando tu Ciudadano Quién, no Kane.


Leonardo García Tsao: En el contexto de 1986, cuando el cine mexicano era un páramo, recuerdo que vi tu corto Doña Lupe junto con Emilio García Riera en el primer
Festival de Guadalajara, y nos entusiasmó.
Guillermo del Toro:
La idea del corto nace luego de una plática que nos fue a dar Fernando Macotela en la Escuela de Cine y Crítica de Occidente. Nos habló mal de las películas de los Almada. Nos dijo que no podían ser buenas al ser sólo de majaderías y drogas. Entonces me propuse de inmediato filmar un corto que tuviera justo eso: majaderías, drogas, balazos y sangre.
Esa voluntad de llevar la contra, me ha hecho la vida infinitamente más fácil.


Leonardo García Tsao:En tu primer corto, Doña Lupe, están tus elementos: la mujer solitaria, el catolicismo...
Guillermo del Toro:
...los fantasmas y los efectos.
Sí me gustaría volver a hacer una película policiaca pero con las mismas reglas, donde todo sea clase media.
Antes de que Cuarón filmara la persecusión de Children of man, en la que empujan los coches, yo estaba escribiendo una historia policiaca basada en la novela No habrá final feliz, de Paco Ignacio Taibo II (sin saber que tenía que pedir permiso para escribirla, claro). Incluí una persecusión en vochos en un embotellamiento, en donde a uno se le acaba la gasolina. Todavía quiero hacer un policiaco así.


Leonardo García Tsao: ¿Tuviste alguna vez la fantasía de que ganarías un Óscar, o de que te colocabas en la antesala del Óscar?
Guillermo del Toro:
No, nunca. Me imaginaba cosas más frikies, como trabajar con Roger Corman (producor y director que produjo más de 300
películas en Hollywood y nunca perdió ni un centavo en ninguna), o conocer a Christopher Lee (actor que cobró fama mundial por su papel de Drácula).


Leonardo García Tsao: ¿Cumpliste ya alguno de esos sueños?
Guillermo del Toro:
Sí. Hace diez días tomé el té con Christopher Lee. Fue alucinante para mí.
A mí siempre me ha gustado que quien vea mi cine, le guste cómo realizo mis películas frikies. Las hago con muchísimo cariño, aunque sé que quizá en vez de gustarles a dos mil millones de personas las disfrutan 20 cabrones. Nunca imagine que diría discursos de Óscar, y por lo visto sé que es algo de lo que no debo preocuparme... los alemanes siempre estarán ahí. Vivo muy tranquilo.

 

Más de lo que dijo Guillermo del Toro en la charla con García Tsao

 

El dibujo del árbol que aparece en el póster del Laberinto del Fauno, es un diseño mío realizado por un joven español que se llama Raúl Monge.

El Laberinto del Fauno, al igual que las demás películas que se producen en lengua hispana, no tenía ningún presupuesto de promoción. Cuando se abrió la posibilidad de ir a Cannes, pensé que debíamos hacer un póster.
Pregunte cuánto dinero teníamos para hacerlo, y me dijeron que 50 euros. Me di cuenta que esa parte no ha cambiado mucho desde que produje mi primer corto, Doña Lupe, en 1986. Entonces yo diseñé el póster en la oficina. Es un dibujo del aparato reproductor femenino, con todo y trompas de falopio.

Una de las primeras ideas cinematográficas de El Laberinto del Fauno, es que debía estar llena de imaginería como de obstetricia. Si tú vuelves a ver El Laberinto, ese símbolo de las trompas de falopio está en toda la película. Tenía que manejar simbología porque la historia es volver adentro, la mandrágora como bebé, el embarazo y el nacer. Los cuernos del fauno, el libro que la niña abre y se mancha de sangre y el patrón que se ve en el piso cuando ella llega al trono, también remiten al aparato reproductor femenino o las trompas de falopio.

El cine es como la pintura, hay que manejar los colores. Me gusta el contraste entre el azul y el dorado.

Estoy convencido de que el cine debe de ser tan libre como la pintura.

Siempre me emociona manejar una composición con perspectiva, con un personaje en primer término y otro en segundo plano que influya en el suspenso o en el desarrollo de la historia.

Leonardo García Tsao: Charlando contigo en persona, eres un director muy jocoso, sin duda. Pero me decía hace unos días alguien que no te conoce, que seguramente eres un hombre muy azotado, porque los personajes de tus películas por lo general acaban mal. Haces un cine muy melancólico. El Laberinto es profundamente melancólico.
Guillermo del Toro:
El humor para mí es fundamental. Creo que no hay que tomarte en serio, ni tú ni la vida, pero al trabajar hay que hacerlo en serio. Es una contradicción o un contraste raro. Siempre nos la pasamos riendo y bromeando, pero cuando me azoto, ’uta, me azoto pero hasta el mismo suelo y más abajo. Mis películas sí tienen un sentimiento de pérdida brutal. Los pintores a los que más me avoco es a los simbolistas. Recurro a la novela gótica, que tiene una sensación de destrucción, pérdida y erosión.
Cuando conocí a Janet Maslin, la crítica del New York Times, luego de estrenar Cronos, me dijo: luego de ver su película, imagine que usted era un viejo de setenta. Le respondí: de cintura, soy 65.

Más respuestas de Guillermo del Toro
en la charla que sostuvo con Leonardo García Tsao


1.- Cuando hice la gira de estreno de El Laberinto del Fauno por varias ciudades de Estados Unidos, un día un señor salió de la sala y me dijo que le encantaba la cinta, que le parecía bellísima, pero que consideraba que yo saboteaba mis oportunidades de lograr una mayor taquilla por la excesiva violencia en pantalla. Además, también me dijo que una edición rápida y cuidadosa haría una mejor película. Le respondí que con esas sugerencias estaría haciendo su película o la película de los cabrones del Oscar, pero no la mía.

2.- Creo que el éxito es cagarla en tus propios términos. El éxito no es acertar siempre.

3.- Si para mí una película necesita de una cierta violencia para proyectar el universo emocional del momento y de los personajes que aparecen en la historia, no me interesan las razones de los demás.

4.- Cuando la vio un director muy famoso (antes de su estreno), me dijo: qué pena que tenga tanta violencia, porque tiene todo para ser una película perfecta para niños. El problema, le constesté, es que El Laberinto del Fauno no es una película para niños.

5.- En la versión original de La Cenicienta, a las hermanas les amputan los dedos para que les quepan las zapatillas. Y luego de que Cenicienta gana el convertirse en princesa, bajan unas gaviotas y les sacan los ojos a las hermanas. Eso no está en la versión de Disney.

6.- Para que la poesía exista, tiene que existir la brutalidad. De otra forma, todo se convierte en una postalita de Amor es o una portada de cuaderno Scribe. No me chinguen.

7.- Cuando íbamos recolectando dinero para producir El Laberinto del Fauno, me preguntaban: ¿Y la niña se tiene que morir? Y les respondía, sí, se tiene que morir. Y también me preguntaban: ¿y tiene que ser la España fascista? Y les contestaba: sí, tiene que ser la España fascista. Así nos dieron el dinero y así fue producida.

8.- Con Hellboy Dos estamos metidos en el problema de siempre. Me encantaría ser razonable, pero no lo soy. Me dan un presupuesto y de inmediato escribo algo que lo rebasa por mucho. Cuando íbamos a producir Cronos, resultó que era una cinta ambiciosísima para el cine mexicano que entonces se hacía. Se veía imposible, pero la filmamos.

9.- Cronos es difícil de entender si no te colocas en el contexto de 1991. En ese tiempo, hacer una película de vampiros en México era una necedad absoluta.

10.- El presupuesto original de Hellboy Uno, era de 90 millones de dólares. Cuando les dije que quería de primer actror a Ron Perlman, el que hizo de jorobado en El nombre de la rosa, el jefe del estudio Revolution me contestó que ese actor le caía bien, y que la decisión era darme 60 millones de dólares. Acepté. Me pidió que reescribiera el guión. Por supuesto que lo volví a escribir, pero hice la historia más ambiciosa, con más producción.

11.- Con Hellboy Dos me está pasando lo mismo que con la Uno. Para empezar tengo problemas con el nombre, porque es como si en español se llamara Cabrón Boy o Chinga Boy. Y eso limita la taquilla en Estados Unidos. Si la gente no quiere ir a verla, pues que no vaya.

12.- El estreno de Hellboy en Estados Unidos coincidió con La pasión de Cristo de Mel Gibson. Muchos cines no las querían programar juntas. Yo les decía que La Pasión de Cristo es más sangrienta, y que todo mundo sabe que al final el personaje se muere y luego resucita. Total que algunos cines resolvieron el problema: anunciaban en sus marquesina La pasión de Cristo y también a Hellboy, pero escribían en los letreros Hello Boy. Supongo que hubo gente que pagó su boleto pensando que vería una película con Barbra Streisand.

13.- Cuando hice mi primer corto, Doña Lupe, mientras conectaba los cables les preguntaba qué querían comer, porque además de producir, dirigir, escribir y hacerla de staff, también iba a comprar las tortas. En los créditos aparecen personajes como Hugo Rodríguez y Fernando Cámara y también toda mi familia.



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