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Alejandro Camacho
Se desubica el actor que no tiene escuela, disciplina, método, talento y suerte
Publicada en la Revista no. 101 el 07 de junio 2008
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Por José Antonio Fernández F.

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y
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.

Alejandro Camacho es ya el actor más importante de México en este 2008. A la serie Capadocia le dio arte. Cuando aparece en pantalla el psiquiatra José Burián, impone su ritmo y sella cada escena con su muy sofisticada y profunda personalidad. Y en la telenovela Alma de Hierro, ha creado otro personaje, el de Hierro, diametralmente opuesto al de Capadocia, que también domina la escena cuando aparece a cuadro aunque en forma diferente, al igual que lo hacen en este caso Rafael Inclán y Blanca Guerra.

Cuando contrataron a Camacho para hacer Alma de Hierro, puso una condición: no usaría apuntador. Según cuenta en esta conversación, su petición le fue concedida por el mismo Emilio Azcárraga junto con Bernardo Gómez y José Bastón, quienes adquirireron en forma directa los derechos de la telenovela.

Hoy ningún actor de Alma de Hierro utiliza apuntador, lo que le está dando otro cariz a la serie. En la conversación Camacho revela cómo hace para dar tanta fuerza a sus personajes. Habla de vida interior. Por sus frases, el lector podrá conocer algunos razgos de un actor muy destacado que tiene un pensamiento complejo, de ahí el poder que logra darle a sus personajes.


José Antonio Fernández: ¿Por qué te gustó la idea de ser actor?
Alejandro Camacho:
Yo me eduqué con maristas, jesuítas y salesianos. Mis maestros, a los que sigo viendo actualmente, me enseñaron lo que era la historia, la filosofía, la literatura, el arte y la pintura. También lo hizo mi papá. Esto me dio la oportunidad desde niño de enfrentarme y acercarme a todo ese mundo y de conocerlo a través de maestros muy preparados, carismáticos e inteligentes.

José Antonio Fernández: ¿Te estimularon para que buscaras dar un sentido a tu vida?
Alejandro Camacho:
Eso ya vino después, que es cuando empiezo a utilizar el arte como un instrumento de lucha, de identidad y de posición ante la vida.

José Antonio Fernández: Cuando alguien habla de tener una posición ante la vida, a mí me da la sensación de transportarme a los sesentas, setentas o parte de los ochentas. Me da la impresión de que hoy la vida se presenta como algo que debe ser más llevadero, sin tantas complicaciones. No veo hoy esa conciencia de vida de hace 25 ó 30 años.
¿Tú sí llevas a la práctica esa idea de tener una posición ante la vida en forma totalmente consciente y mantienes esa actitud todos los días?
Alejandro Camacho:
Sí, totalmente. Y ahora con la globalización, más. Yo pienso que hay que defender la especificidad ante la masificación que se está dando en la sociedad. Están utilizando todos los instrumentos de comunicación de la sociedad para masificar y eso no te crea una conciencia. No tenemos una conciencia colectiva.
Yo como ser humano estoy buscando siempre los proyectos de las personas y qué es lo que cada uno hace en forma específica. Es la búsqueda por la personalidad de cada quien dentro de esta monstruosa masificación que nos tocó vivir.


José Antonio Fernández: Recuerdo ahora una frase del ensayista Gustavo Esteva, que dice: hay que entendernos y conocernos más por nuestras
diferencias que por nuestras semejanzas.
Alejandro Camacho:
Estoy de acuerdo con la frase. Lo más puro que yo tengo es mi trabajo, es lo que a mí me interesa que la gente conozca de mí. Y yo trabajo con mis miserias, que es lo más obscuro que tengo como ser humano.
Mis virtudes están implicitas, se diluyen y evaporan. Las miserias hay que sacarlas porque eso te humaniza, son las que te hacen frágil y las que ahí están. Mis miserias son mis sueños, mis mentiras, mis traiciones, mis sueños eróticos, mi lujuria, mi silencio, mi coraje.


José Antonio Fernández: ¿Al decir que trabajas con tus miserias, quieres decir que las exploras y no las niegas?
Alejandro Camacho:
Lo que yo trato de hacer con mi trabajo es acercarlo lo más posible a mí. Busco acercarme lo más que puedo a mis personajes. Para conseguirlo tengo que estar bañado de todas esas miserias que son dolorosas.

José Antonio Fernández: ¿Cuál es el miedo más recurrente del actor?
Alejandro Camacho:
Yo le perdí el miedo al ridículo hace muchos años. En mi trabajo como actor no veo miedo sino un gran emoción profunda que trae consigo un gran compromiso conmigo mismo. Todo esto es algo muy fuerte. Se vive con un estrés muy fuerte.

José Antonio Fernández: ¿Cómo se da ese estrés?
Alejandro Camacho:
Sientes que estás parado en un cable, como los equilibristas, y que abajo está el vacío. No hay ninguna red, sólo te tienes a tí mismo. Para ser actor tu instrumento de trabajo eres tú mismo, tus arrugas, tu mirada, tu voz, tus caries. Pero sobretodo tu vida interior.

José Antonio Fernández: Cuando mencionas la vida interior lo subrayas, ¿qué tan importante es la vida interior para tí?
Alejandro Camacho:
Para un artista la vida interior es importantísima, al igual que creo lo debe de ser para todos.

José Antonio Fernández: ¿Cómo ha sido tu vida interior?
Alejandro Camacho:
Rica, conflictiva y difícil, porque tienes que experimentar. Se hace fácil para quien se acomoda, pero yo creo creo que un artista debe vivir en la soledad, en el taller y explorar.
Ahora que estoy haciendo la telenovela Alma de Hierro, necesito regresar al teatro para decir textos importantes. Y lo necesito porque el teatro es la única posibilidad de renovación que tengo, de otra manera terminaría anquilosado.


José Antonio Fernández: ¿Por qué tienes que contrarrestar la televisión con el teatro?
Alejandro Camacho:
Igual sucede con el cine. El proceso para hacer televisión y cine es farragoso, difícil. Son muchas horas de preparación. Te exprime ese proceso, por eso es necesario volver a mí en el teatro.

José Antonio Fernández: ¿Se vuelve el teatro como ese momento en el que salimos al balcón a respirar aire fresco, a ver, a estar un rato en un lugar que es distinto, que incluso puede llegar también a ser incómodo pero que nos da otro ambiente que sabemos es momentáneo?
¿Necesitas estar en ese balcón de vez en vez?

Alejandro Camacho: Y si en ese balcón te toca una caída del sol, tomándote un té con una mujer. Imagina. Creo que con la edad te das esos ratos en los que vas disfrutando los momentos menos importantes de la vida, que son los más significativos.

José Antonio Fernández: ¿Te sientes viejo?
Alejandro Camacho:
No, soy feliz a mis 53 en esta grosera carrera. Me siento más sabio. Siento que sé más sobre la vida, sobre las mujeres, sobre la política, sobre la amistad, sobre la tolerancia.

José Antonio Fernández: ¿Decidiste ser actor en soledad o en colectivo?
Alejandro Camacho:
Lo decidí en colectivo.
Recuerdo que mi papá me llevó a ver a Carlos Ancira, que venía de ganar el Premio Nacional de las Artes en Moscú por la puesta en escena de El Diario de un Loco, obra que dirigía Alejandro Jodorowsky. Toda la gente que estábamos ahí nos conectamos porque vimos lo que era hacer teatro. A los dos días fui abuscar a Alejandro Jodorowsky y le dije que quería ser actor. Así empecé a hacer teatro.


José Antonio Fernández: ¿Qué le dijiste a Jodorowsky?
Alejandro Camacho:
Le dije que quería aprender iluminación y me mandó con un maestro de budismo zen. Fui con el maestro Takata. Yo quería aprender iluminación teatral, no del alma, aunque después fui entendiendo todo esto de la vida interior.

José Antonio Fernández: Tú atravesaste esa larguísima crisis del cine mexicano que al parecer ha terminado, y también cruzaste por esa dura etapa en la que a la menor provocación los actores podían quedar vetados para la televisión.
Desde que saltaste a la escena has sido un actor muy destacado. Sin embargo, tantos años de crisis del cine nacional y un duro sistema de vetos de la
televisión, ¿te hicieron pensar en algún momento en tirar la toalla y dejar de ser actor?
Alejandro Camacho:
Nunca, aunque te debo decir que ser actor en México es como ser torero en Nueva York. Jamás pensé en tirar la toalla porque estoy
acostumbrado a la guerra.
Antes me enfrentaba a una empresa muy grande que se llama Televisa, después enfrenté esa guerra solo.


José Antonio Fernández: ¿Cómo enfrentas la guerra solo?
Alejandro Camacho:
Cuando me fui de Televisa volé en solitario. He tenido la posibilidad de ver a distancia a la cadena Telemundo, a Argos, a HBO y a la misma Televisa, y ver también que para mí lo más importante es el teatro. Es lo que me da la fuerza para poder trabajar con Arturo Ripstein o con Felipe Cazals o con un joven director como Gutiérrez Arias, y también para enfrentarme a estos monstruos de la comunicación pensando bien (yo) cada proyecto. Peleando cada uno.
La libertad es un precio que tenemos que pagar.


José Antonio Fernández: ¿Cómo pagas el precio de la libertad?
Alejandro Camacho:
Con el teatro, que todo me quita y todo me da.

José Antonio Fernández: ¿De los que has interpretado, qué personaje de teatro te ha llenado más el espíritu?
Alejandro Camacho:
El bufón del Rey Lear. Es el personaje más sabio que he hecho. Es el único que le dice la verdad al Rey. Un privilegiado.

José Antonio Fernández: Ahora estás haciendo un personaje muy interesante en la serie Capadocia. El psiquiatra de la prisión que es hijo de un
sacerdote y una prostituta. Es el único (creo) de la serie que tiene la inteligencia para ver el mundo y no dejarse llevar por la inercia. Cuando apareces en escena con ese personaje haces arte. ¿Lo sientes así?
Alejandro Camacho:
Nunca había hecho un psiquiatra y menos de una cárcel de mujeres. Es un personaje muy especial.
No te puedo decir que me propuse darle arte a Capadocia, lo que sí quise fue darle un pedazo de vida, de mi vida. Para mí Burián, el psiquiatra, es como un ángel, como una sombra, como una presencia. Es distante. Mantiene su individualidad en medio de la vorágine que es Capadocia. Ese ritmo del personaje es algo que se fue dando.
Debo decir que no me considero un actor sino un bufón. Como bien dice Darío Fo: tomamos prestadas palabras que no son de nosotros para expresar
grandes mentiras llenas de verdad.


José Antonio Fernández: ¿Qué tan complejo fue para tí el quedarte por un tiempo fuera de Televisa?
Alejandro Camacho:
Estuve 25 años metido en Televisa. Salí por la puerta de atrás y me di cuenta de que las posibilidades para mí son enormes.
Yo siempre he estado preocupado por lo que voy a hacer en escena, y estos grandes consorcios se preocupan por las audiencias, por el negocio.


José Antonio Fernández: ¿Crees que a ellos les vale tu posición frente al arte?
Alejandro Camacho:
Ellos están ocupados en las ventas y en el rating. A mí me interesa ser actor, y si eso trae como consecuencia que hay mucho rating y mucho dinero, eso es para mí una resultante
circunstancial. Lo que a mí me toca es hacer la voz.


José Antonio Fernández: ¿Desde qué momento tienes esa conciencia de que eres un guerrero que tienes que defender siempre tu posición ante el arte y lo que piensas y quieres de la vida?
Y aquí quiero subrayar que el guerrero pelea por algo, defiende algo, lo que le hace tener honor, fidelidad, lealtad y congruencia.
Alejandro Camacho:
... y yo le agrego ética.
Así es la vida. Hay que luchar contra fantasmas, sistemas, enemigos ficticios y reales, casas editoriales, compañías. Hay que estar siempre listo para la lucha. Hay que tener entereza.


José Antonio Fernández: ¿Cómo se da tu lucha como actor? ¿Qué sucede cuando te proponen un papel?
Alejandro Camacho:
De entrada, el papel que me proponen debe gustarme. Es lo más importante.
Luego viene la parte de que yo soy mi agente. Negocian conmigo el crédito, el dinero y mi posición profesional, que también la tengo muy clara.


José Antonio Fernández: ¿Cuál es esa posición profesional?
Alejandro Camacho:
Es de primer actor, lo que me da una posición y me hace cobrar una cierta cantidad de dinero, lo que me gusta.
Me gusta el dinero, pero no es lo más importante para mí. Puedo ir a un proyecto sin cobrar un quinto o cobrando lo que hay, si ese proyecto me interesa. Lo he hecho muchas veces y lo seguiré haciendo.
Es difícil encontrar piedras raras en el camino. Todo está ya muy hecho. Por supuesto me puedo equivocar cuando elijo mis papeles, pero sé que debo arriesgar.


José Antonio Fernández: ¿A partir de qué momento te haces famoso?
Alejandro Camacho:
Desde muy joven. Fue con una novela que hice con Rebeca (Jones) que se llamó el Ángel Caído, al inicio de los ochentas.

José Antonio Fernández: Tu éxito te llegó de inmediato cuando eras muy joven. ¿Qué sucede cuando el éxito le llega tan temprano a un actor?
Alejandro Camacho:
Si no tienes escuela, disciplina, trabajo, método, talento y suerte, te desubicas.

José Antonio Fernández: ¿Consideras que tienes todo eso?
Alejandro Camachos:
Sí y lo adquirí a puñaladas. No me ha sido fácil.

José Antonio Fernández: ¿Por qué te gusta trabajar en proyectos dirigidos por Felipe Cazals y Arturo Ripstein?
Alejandro Camachos:
Porque son provocadores. Ponen bombas en la conciencia del espectador.
Nuestra sociedad está tan dormida, tan baboseada, que es necesario despertarla. Y yo siento que tengo el compromiso de despertarla, con mis posibilidades y capacidades.

José Antonio Fernández: ¿Qué haces para despertar a la sociedad?
Alejandro Camacho:
Teatro con textos importantes.

José Antonio Fernández: ¿Cómo creaste el personaje de la telenovela Alma de Hierro?
Alejandro Camacho:
Me mandaron los programas de la telenovela original, que es argentina producida por Adrián Suar. Sólo vi un capítulo y ya no quise ver más. Leí cuatro capítulos y dije que sí. Me gustó el concepto. Suar es un personaje muy interesante, es el productor también de El hijo de la novia. No lo conozco pero me encantaría trabajar con él.
El actor que hizo mi personaje en Argentina es distinto a mí. Es mucho más alto, mucho más fuerte y también es mucho más joven que yo.

El Hierro que estoy haciendo en la telenovela es una creación mía. Hierro es pueblo, pueblo. Ahí se encierra la fuerza de su personalidad.

José Antonio Fernández: ¿Cuál es el papel del director en el proceso de creación de este personaje?
Alejandro Camacho:
El director es el mejor espectador. Como actor debes llegar con una propuesta y comprender que esto termina siendo aleatorio, porque intervienen muchas manos en el proceso, desde el foro hasta la edición.

José Antonio Fernández: Pero quiero saber cómo le das vida a tus personajes. Y quiero saberlo porque consigues hacerlos importantes. Hierro y el
psiquiatra de Capadocia marcan las escenas, imponen su ritmo cuando aparecen en pantalla.
¿Cuál es tu método para conseguir esa fuerza?
Alejandro Camacho:
Para yo poder hacer el psiquiatra de Capadocia y meterme en ese mundo carcelario, necesité tener información, como la de Foucault y su tratado de sistemas carcelarios o la de Jean Genet y La señora de las flores.
En el caso de Hierro, mi personaje de la telenovela, entiendo perfectamente bien que es pueblo. Y entonces voy al mercado y hablo de tú a tú con la gente. Hierro es muy distinto al psiquiatra de Capadocia. Hierro pertenece a un mundo sencillo, lo que de ninguna manera tiene que quitarle fuerza.
Como actor es indispensable comprender que convertirte en un personaje de una película, de una serie o de una telenovela es algo muy serio.
Cada vez que hago una escena no veo ni pasado ni futuro, vivo sólo ese momento y nada más. Siento como si fuera cayendo en un espacio hacia la
obscuridad más absoluta en el que nadie me puede cuidar. Cuando va cayendo esa moneda vivo un momento aterrador, pero lleno de vida a la vez. Es un momento de absoluta concentración y entrega. De emoción y miedo. De una gran seguridad y una gran soberbia. Es el proceso de creación.


José Antonio Fernández: ¿Utilizas apuntador?
Alejandro Camacho:
Lo usé muchas veces por años, pero lo importante ahora es la verdad y la naturalidad.
Cuando me contrataron para la telenovela Alma de Hierro les dije que no utilizaría apuntador y eso se ha convertido en una revolución en Televisa. Ahora que ven los resultados en pantalla, les gusta. Hoy nadie usa apuntador en Alma de Hierro. Es muy emocionante ver a todo el equipo concentrado en el foro, repasando sus parlamentos, estudiando.
Cuando dije que no utilizaría apuntador, el productor Roberto Gómez Fernández estuvo de acuerdo de inmediato. Pero los que se aventaron el tiro de hacer la telenovela sin apuntador, fueron Emilio Azcárraga, Bernardo Gómez, Pepe Bastón y Pérez Gavilán. Es un cambio muy importante en la forma de producir y realizar las telenovelas dentro de Televisa. Se aventuraron y espero que esto lleve a realizar proyectos más sofisticados.


José Antonio Fernández: ¿Esto significa que ellos no nada más están pensando en el rating y en las ventas, que van más allá, también quieren producciones...

 

Más respuestas de Alejandro Camacho
publicadas en exclusiva por Canal100.com.mx:


1. Los mejores actores son los ingleses. A los 70 años están lúcidos.

2. En Alma de Hierro ha sido muy importante no usar apuntador. Hemos logrado una mística. Todos estan estudiando, hay compañerismo. Vamos al foro a ser actores.

3. Para ser actor, se necesita 95 por ciento de trabajo y cinco por ciento de talento.

4.
Ser actor es un acto de voluntad y tenacidad.

5.
No sé concebir de otra forma mi vida, sino defendiendo lo que creo y lo que pienso.

6.
Mis padres me inculcaron coraje por ser, más que por tener. Y eso es justo lo que yo le inculco a mi hijo. Si eres, puede ser que como resultante tengas.

7.
Epigmenio Ibarra es un productor muy importante. Se toma muy en serio su papel, al igual que yo. Si yo fuera médico estaría haciendo operaciones del corazón. Tomo muy en serio lo que hago.

8.
El maestro Margules nos decía que nuestro rol como actores debíamos tomarlo muy en serio. Por eso nuestra formación incluye lógica, ética y estética.

9.
Hay que saber jerarquizar, y eso no es fácil.

10.
Emilio Azcárraga está trabajando muy bien. Me llevo bien con él. Lo considero brillante. Tiene una nueva mentalidad empresarial.

11.
De lo que hace Televisa, me gusta lo que hago yo. Me gusta el proyecto Alma de Hierro.

12.
Soy quisquilloso como actor, no acepto cualquier cosa.

13.
Sé que la gente se involucra con mis papeles, cuando veo su respuesta en la calle. La gente me lo hace saber. Cuando no les gusta mi papel, ni me pelan.

14.
Al país lo veo mal. está peor. Hay poca cultura y poco interés en la cultura. Hay más interés en tener que en ser. No hay ideología. No tenemos rostro ante el mundo como país, no importamos. No hay vida interior en nuestro México. Dejamos entrar a la delincuencia y a la corrupción al jardín y ya está adentro de las casas. Es una imagen de terror. Nuestro país es corrupto. Somos un país pedófilo y el Estado defiende la pedofilia. El sistema de Calderón está rebasado. Hay muchos interes, altatraición. Estamos mal, muy mal.

Nota final de J.A.F.: Cuando salí de casa de Alejandro Camacho, en San Jerónimo en la ciudad de México, justo en la puerta se detuvo un Audi negro. Bajó el vidrio del copiloto y de adentro se escuchó un grito de hombre, que dijo con alegría: !Hierro!, todas las noches veo tu telenovela. !Todas! Sólo veo tu telenovela. Te veo Hierro! ¿Aquí vives?
- Sí, aquí tienes tu casa, respondió Camacho en forma tímida.
- Yo te veo todas las noches. Te felicito Hierro.
Y el auto arrancó a gran velocidad. Camacho goza su gran éxito. Y hace bien en hacerlo.

 

 

 



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