Javier Corral es el político mexicano que más
se ha preocupado y ocupado por modernizar las leyes en materia de medios de
comunicación en México. En la entrevista aclara puntualmente cuál
es su posición con respecto a los temas más sensibles para los
concesionarios de radio y televisión: quién y cómo deben
otorgarse las concesiones.
Corral está convencido que la democracia mexicana no será plena
si no se reforman las leyes de comunicación, porque, entre otras cosas,
están diseñadas para que el poder discrecional del Presidente
en turno decida, sin consultar absolutamente a nadie y en forma totalmente legal,
la manera de repartir el poder de la radio y la televisión.
Actualmente Javier Corral es Senador por el estado de
Chihuahua. El pasado 22 de junio volaba en avioneta (en viaje de trabajo) por
la Sierra de Chihuahua. Iba acompañado sólo por el piloto, Juan
Barajas. En plena Sierra se percataron que el tren de aterrizaje no servía
más. El piloto le dijo a Corral que debían regresar al aeropuerto
de Chihuahua. Entonces Juan Barajas se dio cuenta que no traían gasolina
en uno de los tanques. La opción era planear para ir bajando. Pero el
vuelo se complicó totalmente. No había manera de, ni siquiera,
salir de la Sierra. Cuando estaban a 10,000 pies de altura Juan Barajas le dijo
a Corral que inminentemente se estrellarían. El Senador escogió
uno de los cerros que tenían enfrente para estrellar contra él
la avioneta, y Barajas intentó la mejor maniobra para que el impacto
no fuera mortal. Los dos salieron vivos. Juan Barajas mucho más lesionado.
Javier Corral se golpeó en la cabeza de manera muy severa y se rompió
una pierna. El accidente no fue sabotaje ni tampoco un atentado, Corral tiene
claro lo que sucedió: viajaba en una avioneta carcacha a la que nunca
debió subirse.
José Antonio Fernández: ¿Cómo es que decides dedicarte
a la política?
Javier Corral: A mí el periodismo me condujo
a la política. Yo desde muy pequeño me desarrollé en los
medios de comunicación de Ciudad Juárez. En la primaria hice un
periodiquito que se llamó El Chisme, con el que gané un premio
internacional de periodismo que me entregó James Carter en la Casa Blanca,
en Washington, el 17 de mayo de 1979, con motivo del año internacional
del niño.
J.A.F.: ¿Cómo nació ese periódico?
J.C.: Se me ocurrió hacerlo un cumpleaños
de mis hermanos. Era una invitación a manera de primera plana de periódico,
con el título: Los cuates cumplen años. Me cayó bien hacerlo
porque vi que le gustó a toda la familia y a los amigos de la casa.
Ya con la inquietud, estando en la primaria se me ocurrió editar El Chisme,
que empezó como fotocopias, luego lo hice en mimeógrafo y después
en offset a dos tintas. Todavía conservó algunos ejemplares. El
Chisme lo publiqué cuando cursaba quinto y sexto año de primaria.
J.A.F.: ¿Tenías algún familiar
periodista o alguien te ayudaba a hacerlo?
J.C.: Ninguno, fue una actividad totalmente intuitiva.
Yo visitaba la Presidencia Municipal que estaba a unas cuadras de mi casa y
publicaba en El Chisme las cosas que oía. El periodiquito era muy bien
recibido.
Recuerdo que el director de mi escuela, José Frías, dijo: este
niño tiene vocación de periodista, hay que impulsarlo. Un día
me llevó a Plaza Coloso a presentarme. Esa tienda tenía un programa
de televisión que se llamaba Los niños estudiosos de Ciudad Juárez.
El maestro Frías imaginó que ese programa podía también
incluir una sección de noticias. Me presentó, les dijo lo que
hacía y planteó su idea. A los de la tienda les encantó
la propuesta y duré 8 meses dando cada semana la sección Reseñas
Colosales. Era tan visto el programa que los de la televisora me hicieron la
propuesta de producir un noticiero del propio canal 5 de Ciudad Juárez.
Arnoldo Cabada de la O me invitó formalmente. Acepté. Yo tenía
doce años.
J.A.F.: Eras muy activo.
J.C.: Desde los diez años me volví
activísimo.
J.A.F.: ¿Cómo era tu noticiero?
J.C.: Daba noticias para niños, que muchas
veces eran noticias de niños para adultos. Pero en el Canal 5 hubo un
problema porque el director del noticiero (Arnoldo Cabada de La O, quien me
había invitado al Canal) tuvo una dificultad con el concesionario y lo
corrieron. Yo acababa de empezar en la estación, y entonces cometo el
gran acierto (que en su momento pudo ser visto como el gran error), de solidarizarme
con Arnoldo y me voy junto con él. Continuamos con el noticiero porque
en el Canal 14 de El Paso Texas, un canal gringo, nos dieron hospedaje y ahí
estuvimos casi un año. La estación se veía en Ciudad Juárez.
A los 9 meses de que salimos del Canal 5, a Arnoldo Cabada de la O le dieron
la concesión para operar el canal 44 de UHF en Ciudad Juárez.
Agradecimos al Canal 14 y nos llevamos el noticiero al nuevo 44. Lo que es la
vida, unos meses antes nos habían corrido y ahora estrenábamos
Canal. Yo conducía también un programa semanal en el que tuve
la oportunidad de entrevistar a Pablo Emilio Madero, candidato del PAN a la
Presidencia de la República en 1982. Me cayó muy bien la gente
del PAN. Vi un idealismo que me gustó. Luchaban por la democratización
del país. A partir de ahí no perdí su contacto. Me llamó
la atención el espíritu batallador de los panistas (sobre todo,
el de aquellos panistas).
J.A.F.: ¿Cuando corrieron del Canal 5 a
Arnoldo Cabada de la O, alguien te dijo que estabas equivocado al irte por solidaridad?
J.C.: Sí claro. Me decían: "oiga
Javiercito, si usted va muy bien aquí, cuál es el problema".
Yo les respondí que el que me había invitado ya se iba y que yo
debía irme con él. Y así lo hice y creo que fue lo mejor.
J.A.F.: Mostrabas ya aptitudes políticas.
J.C.: Pienso que sí.
Ya en 1983 yo estaba muy empanizado y Arnoldo Cabada me dio la alternativa:
PAN ó Canal. Y le respondí: PAN. Me dijo: "no sea tonto,
qué va a hacer usted al PAN". Y cuál sería la sorpresa
que ganamos en el 83 la Presidencia Municipal de Ciudad Juárez con Pancho
Barrio. Ahí salí del canal. Tenía 14 años.
Hoy soy muy amigo de Arnoldo y también de sus hijos que son los que manejan
el Canal 44. Esa época fue distinta por dura, se dio una lucha opositora
muy fuerte.
Dejé la televisión y me convertí en secretario particular
de Francisco Barrio, el Presidente Municipal. Tuve varios puestos en el municipio.
Estuve en prensa, en la Academia de Policía y en un departamento que
investigaba actos de corrupción de la policía.
J.A.F.: ¿Época de persecusiones?
J.C.: Todo era muy combatido. Yo tuve problema
para ser secretario particular porque era menor de edad, pero trabajé
con Barrio los tres años. Luego me fui como su jefe de prensa en el 86,
a la elección de Gobernador de Chihuahua, que fue muy traumática
porque se cometió un gran fraude contra nosotros. La elección
estuvo llena de irregularidades. Pero esa elección fraudulenta fue definitiva
en nuestras vidas.
J.A.F.: ¿Por qué definitiva?
J.C.: Porque vimos ahí el agotamiento
del régimen que todavía estaba dispuesto a llegar a todo para
mantenerse en el poder. Vimos con toda claridad la injusticia que se cometió
contra el pueblo de Chihuahua, un fraude que se conoció hasta en Japón
por la magnitud y el cinismo con el que se hizo. Nos arrebataron un triunfo
que nos acicateó para la vida. Fuimos a todo tipo de manifestaciones
y protestas, incluso arriesgando nuestra propia vida. Se dieron aquellas famosas
tomas de carreteras y puentes, todo en resistencia civil. Estuvimos en la cárcel.
J.A.F.: ¿Cuánto tiempo estuviste
en la cárcel?
J.C.: En un par de ocasiones. En Mexicali sólo
unas horas, nos detuvieron por una manifestación que hicimos por el fraude
electoral cuando se celebraba una entrevista Reagan-De la Madrid.
Y en Ciudad Juárez me encerraron una semana por los hechos del 20 de
noviembre, fecha en que nos macanearon y apalearon. Pero nos dejaron salir a
todos, incluido al que hoy es Alcalde.
Fueron otros tiempos.
J.A.F.: ¿Al apalearlos les dieron motivos
para seguir con la ilusión en vez de amedrentarlos para que desertaran?
J.C.: Creo que ahí fue donde realmente
nos dimos cuenta de la importancia trascendental que tenía para México
el que existiera la transparencia y la democratización de los procesos
electorales. Era la clave.
Debo decirte que en el 86 hubo una conducción muy responsable de la gente
del movimiento, particularmente por parte de Pancho Barrio. Nunca se arriesgó
a los ciudadanos y siempre se advitirtió que entrar a la resistencia
civil y desobedecer la ley traería como consecuencia incluso la cárcel.
Eso nos templó.
J.A.F.: ¿De qué viven luego de que
salen de la cárcel y pierden la elección?
J.C.: Durante un año hice un periódico
que se llamó Cincel, moldeador de una nueva conciencia. Era el órgano
oficial del movimiento de resistencia civil. Un periódico que mantuvimos
y patrocinamos desde la empresa de Pancho Barrio. Acabábamos de formar
un negocito: distribuíamos jabones, químicos para fábricas
y productos para imprenta (que era el área que yo manejaba), y a la par
manteníamos encendida la llamita de la resistencia civil. El Cincel llegó
a tirar 150,000 ejemplares en el estado de Chihuahua, más de lo que tiran
todos los diarios del estado en su conjunto. Era quincenal.
Pero lógicamente te desgastan y nos replegamos.
J.A.F.: ¿Te desgastan o te desgastas?
J.C.: Baeza empezó con auditorías
fuertes a los anunciantes, los recursos se te van acabando y cuando no ves resultados
de la protesta la gente se va desanimando. Y luego hay que preparase para otros
procesos electorales.
Después fundé una Revista en Ciudad Juárez que se llama
Semanario (que todavía circula). En 1988 me regresé al periodismo.
Desde entonces mantengo una columna que se llama Rotafolio que se publica actualmente
en más de 60 periódicos y Revistas del país, como Siempre,
Etcétera, la Revista Mexicana de Comunicación, Este País,
el periódico Crónica y El Norte de Ciudad Juárez.
J.A.F.: ¿Cuándo regresas a la política?
J.C.: En el 90 yo era subdirector del Norte de
Ciudad Juárez cuando me fueron a ver Pancho Barrio y Luis H. Alvarez,
y me proponen ser candidato a diputado panista. Yo siempre había tenido
el anhelo de ser director y sabía que estaba a punto de lograrlo. Pero
le entré a la candidatura. Gané la convención y perdí
el cuarto distrito electoral (como se perdía en esos tiempos). Lo perdí
por 245 votos. Me lo chapuzearon. Tengo la certeza íntima, que es la
más importante para mí, que gané.
Entonces me regresé a la Escuela de Derecho a concluir la carrera. Me
quedé con una deuda pavorosa.
J.A.F.: ¿Te salió muy cara la campaña?
J.C.: Fui un candidato muy ruidoso. Desde esa
campaña establecí la necesidad de reglamentar el Derecho a la
Información y los derechos de los ciudadanos frente al Estado y los medios.
Ahí fue cuando empecé a plantear el reglamentar los derechos de
los periodistas, el derecho de réplica, a proteger libertades y demás.
Pero me fue como en feria.
Cuando el PAN no estaba de acuerdo conmigo en publicar algunos desplegados,
yo le hablaba a mis amigos directores de periódicos quienes me fiaban
para sí publicarlos, y eso me llevó a quedarme endedudado.
Yo ya hablaba como diputado y no lo fui (porque Salinas le volvió a meter
lana para que perdiéramos, en tanto ya no quería tener problemas
en el Congreso y el asunto para ellos era obtener la mayoría).
J.A.F.: ¿Y por qué decides entrar
a querer legislar el Derecho a la Información?
J.C.: Porque mi experiencia en los medios me
indicaba (y me indica) de manera muy directa que garantizar el acceso a la información
es un asunto toral para la democratización del país. Porque tan
complicada como fue la democracia electoral, lo es (o más) el tema de
la democratización de los medios y la garantía al Derecho a la
Información. Y si en lo electoral nos tardamos 50 años, en esto
otro nos vamos a llevar otros 50. Porque los temas de fondo, los que calan,
pero resuelven de fondo relaciones sociales básicas, cuestan mucho.
Y yo siempre he creído que la democracia tiene una fase de consolidación
cuando atraviesa los medios, o cuando los medios son parte de esta transición
democrática, y cuando las relaciones entre los medios, la sociedad y
el Estado está debidamente transparentada.
J.A.F.: ¿Ya sucede esto?
J.C.: Todavía no, es un asignatura pendiente
en nuestra democratización.
Nuestro proceso democrático tiene todavía el rostro de una alternancia,
más que de una transición.
J.A.F.: ¿El proceso democrático
no ha llegado a los medios?
J.C.: No en lo que es el régimen de responsabilidad
y de transparencia que se necesita entre el Estado, los medios y la sociedad.
Pienso que los medios han conquistado libertades indiscutibles, pero estamos
muy lejos de tener un acceso ciudadano auténtico y real a los medios.
Las voces que están en los medios son las que los propios medios determinan
que estén, y el debate sobre el país practicamente y en mucho
es el que determinan los mismos medios, más que el que determina las
necesidades de la nación o los problemas reales del país.
Desde el 91 hice el planteamiento de derecho de réplica y de conciencia
de los periodistas frente a la empresa periodística. Son temas no rentables
en política.
J.A.F.: ¿Dudaste cuando te lanzaste otra
vez a la diputación?
J.C: En diciembre del 92 Pancho Barrio decide
entrarle de nuevo a la candidatura de gobernador. Entré porque estábamos
convencidos de que debíamos rescatar el gobierno de Chihuahua al usurpador.
Y ganamos. Yo estaba en la lista de los diputados plurinominales. Tenía
que escoger. Ser secretario particular de Barrio (ya Gobernador) o Diputado.
Hablé con Barrio. Mi decisión fue ser Diputado. Barrio me dijo
que le daba gusto porque se necesitaba una gente que defendiera en el Congreso,
pero yo le respondí que mi intención era jugar mi papel. Al día
siguiente Barrio me dijo: no tengo derecho a pedirle nada, lo felicito, sólo
le pido el apoyo para el proyecto que somos.
Yo fui de los más críticos. Ejercí mi independencia. Fui
Presidente del Pan en Chihuahua y luego Diputado Federal (que gané por
elección por 100,000 votos, al igual que mi puesto de Senador).
J.A.F.: ¿Cómo manejas los rencores
desde la oposición?
J.C.: Creo que esa es la principal enseñanza
de todos estos años. Es un regla magistral en política: no se
puede tener un inventario de enemigos y una lista de agravios, el caminar es
muy pesado. Hay que ubicar cada cosa en su momento y en su lugar y hacer más
ligero el andar.
La cultural de la confrontación, el encono y la polarización ha
tenido que ser sustituida por una cultura de la solidaridad y la comprensión,
en la que hay que trabajar para generar condiciones básicas de competencia
política plena para todos, para que el pasado nunca vaya a regresar.
Lo peor que nos puede pasar es desearle a los adversarios lo que nosotros pasamos.
Cuando uno está en la oposición está en el cielo, y cuando
uno está en el gobierno vive en la tierra. La experiencia de gobierno
también va cambiando la visión.
J.A.F.: ¿Por qué en 1998 no pudiste
concretar las reformas a la ley?
J.C.: El pastel de los medios de comunicación
es muy grande y no hicimos los consensos suficientes para aprobar los proyectos
de ley. Y no quisimos convocar a nuevos foros públicos porque la gente
iba a decir: se escucha a todos pero no se hace caso a nadie. Nos faltó,
y en lo personal a mí, platicar con actores fundamentales de los medios
y la comunicación (concesionarios, dueños de medios, organizaciones
gremiales...). Y estábamos queriendo meter todo de una vez: concesiones,
derechos de los usuarios, de los periodistas y de réplica, ombudsman,
medios públicos, transparencia publicitaria, acceso a la información...
Meter todas las iniciativas juntas asusta a todo mundo. Estoy convencido que
hay cambiar el modelo de comunicación social en México. Hay que
hacer un modelo de comunicación democrático, que hoy no tenemos.
Mas de lo que dijo del Corral
- Yo no quiero ser concesionario de radio y televisión, ni publicista.
- Tengo una convicción profunda de que el tema de los medios es una asignatura
pendiente de la democratización del país.
- Se necesitan reglas claras para todos los actores del proceso de la comunicación
que les garantizen derechos entre sí, y mínimo de responsabilidades.
Hay que acabar con la discrecionalidad política que permea todas las
leyes y disposiciones en materia de comunicación. Hay que dar mayor seguridad
jurídica a la legislación. Que todos sepan a qué atenerse
para competir en igualdad de circuntancias y condiciones.
- La discrecionalidad es la posibilidad que tienen hoy la autoridades per se,
y no en base a criterios y objetivos, tanto de otorgar publicidad como de otorgar
una frecuencia en radio y televisión. En el mundo democrático
hay un conjunto de requisitos para obtener publicidad y obtener una concesión.
Si los cumples tienes derecho, no requieres conocer al funcionario o estar bien
con el PAN ahora porque es el partido en el poder, o ayer con el PRI. Si tú
cumples con los requisitos de la ley tienes derecho a que se inserte publicidad
oficial en tu publicación. No tienes porque congraciarte con Durán
o con la señora Sahagún para que te den publicidad. El problema
hoy es que la discrecionalidad busca generar relaciones comerciales clientelares:
yo te garantizo la confianza para que me des publicidad, y a partir de ahí
hacemos un pacto. Esos métodos deben quedar atrás.
- Las concesiones de radio y televisión las debe dar un órgano
autónomo que le rinda cuentas al Congreso. El Ejecutivo podría
intervenir en la integración de ese órgano autónomo que
sería la Comisión Nacional de Concesiones. Esa comisión
estaría formada por 7 notables que actuarían con transparencia
porque sus decisiones podrían ser revisadas y todo el mundo podría
saber por qué se voto en un sentido y no en otro. Hay que acabar con
el misterio.
- Hoy falta por repartir, en sistema analógico, el 38% del espectro disponible.
Se puede crear una tercera cadena de televisión a nivel nacional. Si
hoy el gobierno encabezado por Vicente Fox reparte ese 38% con el viejo estilo
discrecional, estaremos dándole una puñalada a la democracia.
- Hoy es necesario defender el interés de la sociedad que hoy no está
representada en los medios de comunicación. Debe quedar claro que los
medios de comunicación tienen una función social, no se dan en
propiedad sino en concesión, porque son un bien público.
- Si los concesionarios de radio y televisión quieren libertad auténtica
y desean quitarse las presiones políticas de la clase gobernante en turno,
lo que tendrían que proponer es una ley que garantice seguridad jurídica
a sus inversiones mediante mecanismos transparentes tanto para el otorgamiento
y el refrendo de las concesiones, para que sepan a qué atenerse de acuerdo
a la ley (sin tener que venderle el alma a uno y a otro Presidente durante 6
años). Si son espíritus libres, su alma debieran vendérsela
a la ley.
- La ley no puede meterse a dirigir el contenido ni de la información
ni de la publicidad. La ley sólo puede clasificar si un programa película
o serie es para menores o mayores de edad (lo que no debe confundirse con censura).
Respuestas exclusivas en canal100.com.mx de Javier Corral
- Yo siempre he tratado de mantener mi independencia
política, aunque yo soy del PAN.
- No sólo pensemos en concesiones, sino también en los permisos
de las estaciones experimentales, comunitarias, culturales y universitarias,
entre otras. Yo era de la idea de que las permisionarias comercializáran,
pero cuando metes a las permisionarias a la guerra del mercado terminas trastocando
sus objetivos fundamentales y entran al lucro, aún cuando sus utilidades
sean reinvertidas en su propio proyecto. Se les mete en una disputa por el rating
que no es el objetivo de la radio y la televisión pública, ni
debe ser. El día en el que la televisión pública busque
mayor audiencia conforme los parámetros de la televisión comercial,
ese día se acaba la televisión cultural y educativa de México.
- Al otorgar una concesión o un permiso es importante conocer las condiciones
del mercado, no sólo las políticas.
- Hay que hacer presentable y creativa la televisión pública de
México para que obtenga mayores audiencias. Creo que las permisionarias
deben tener derecho a vender sus propias producciones, y hoy la ley no se los
permite.
- Desde el punto de vista comercial hay que abrir en la ley un concepto que
es el del patrocinio (que es el anuncio de la marca, pero no del servicio) y
que ya está abierto por el Canal 11 (que recibe ingresos por ese concepto).
No puede ser una apología sino un agradecimiento. Es una fórmula
que se le puede permitir a las permisionarios aunque sólo en cierta proporción
(de acuerdo a las necesidades básicas de su programación).
- Es importante que los concesionarios privados terminen con la ficción
del 12.5% y que se convierta en un impuesto monetario de mucho menor calado
(lo que en el mundo se le conoce como derecho de antena). En Estados Unidos
así se paga. Y ese dinero sería destinado a la radio y televisión
pública y para producir cine (hoy la industria cinematográfica
sólo recibe 150 millones de pesos de fondeo y habría que darle
unos 500 millones de pesos al año). Yo pregunto cuánto le mete
Estados Unidos al cine, y la India que es el principal productor de películas
del mundo. Ellos le dan mucha importancia a la producción cinematográfica
porque es producción de cultura y de identidad.
- Finalmente la televisión privada se alimenta del cine. Ellos mismos
terminarán proyectando las películas que se produzcan con los
impuestos que pagan, por lo que las cadenas de televisión también
resultarían beneficiadas.
- La nueva ley debe contemplar que un tanto por ciento de la programación
de las televisoras debe provenir de la producción independiente.
- La nueva ley debe apuntar con claridad lo que es el respeto a la vida privada
y el respeto al orden público.
- En todo el mundo se refrendan las concesiones. México daba concesiones
a 99 años (que yo conozco), aunque originalmente la ley contempla 30.
Pero por una serie de convenios que hizo la Secretaría de Comunicaciones
con los concesionarios de radio y televisión, las concesiones se empezaron
a dar a 30 años, luego a 15, después a 10 y también hay
a 5 años. Es absurdo totalmente. Lo importante es transparentar el refrendo.
¿Qué seguridad tiene hoy un hombre que invierte y no sabe cuáles
son las reglas para renovar la concesión?
- El refrendo debe de ser casi automático para que el concesionario tenga
libertad política, pero subrayo el casi.
- Hay una posibilidad real de aumentar los requisitos de la ley y quitar el
refrendo. En la mayoría de los países el refrendo existe como
una forma de ir midiendo al mercado y para que se dé un período
en el que se suscite la revisión, para que la ley no se aplique en forma
indebida en cualquier momento. La revisión es técnica, jurídica
y financiera.
- La ley debe dar estímulos fiscales a la coproducción y a la
coparticipación, así podemos apoyar a quienes quieren hacer cine
y no tienen dinero.
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