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Ismael Rodríguez
Todo lo que hice lo parí
Publicada en la Revista no. 19 el 01 de octubre 1994
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Ismael Rodríguez según palabras de Carlos Carrera es un director con una gran fuerza, que consigue casi siempre, una extraordinaria respuesta del público.
Ismael Rodríguez es director de muchas películas
que han hecho historia. En su filmografía están cintas del calibre de Dos Tipos de Cuidado, con Jorge Negrete y Pedro Infante, Los Tres García, Vuelven los García, Nosotros los Pobres, Ustedes los Ricos, A toda Máquina, ¿Qué te ha dado esa Mujer?, Pepe El Toro, Los Tres Huastecos y No desearás la Mujer de Tu Hijo, todos estos grandes éxitos con Pedro Infante, La Cucaracha, con María Félix y Emilio Indio Fernández, Tizoc (con la que Pedro Infante ganó el Oso de Berlín - por cierto, el ídolo mexicano ya había fallecido cuando fue la premiación), Los Hermanos de Hierro, Animas Trujano (nominada para el OSCAR a la mejor película extranjera a principios de los sesentas), y El Hombre de Papel, drama con Ignacio López Tarso.

José Antonio Fernández: ¿Cómo se acerca Ismael Rodríguez al quehacer cinematográfico?
Ismael Rodríguez: A mi hermano Joselito le gustaba todo lo relacionado con lo que estaba saliendo de radio. Estudiaba por correspondencia. Por cierto, construyó el primer radio portátil para automóvil en el mundo, estoy hablando de los veintes. En ese entonces Emilio Azcárraga Vidaurreta tenía su "changarrito" en la avenida Hidalgo, en el que vendía cosas de radio. Se llamaba La Casa del Radio. Mi otro hermano, Roberto, se había interesado por la cinematografía. Tenía su tallercito. Mi papá tenía su panadería. Era la época de la persecusión religiosa. Mi papá era católico de hueso colorado, hasta más no poder. Al fondo de la panadería había una puerta que daba a un solar. Ahí, a escondidas, se decía misa. Ahí se soltaban globos con propaganda religiosa... pero un día nos cayeron. A cinco calles de la panadería estaba la famosa cárcel de Belén. Agarraron a mi hermano Joselito y a mi papá. Los iban a fusilar. En ese entonces yo había cumplido los seis años. Como teníamos el negocio de la panadería éramos conocidos por todos. Mi mamá fue a la cárcel, se arregló y los soltaron.

J.A.F.: ¿Dio una mordida?
Ismael Rodríguez: Una mordidísima. Pero el problema siguió y empezaron a extorsionar a mi papá. Hartos de la situación nos fuimos toda la familia a Los Angeles, en Estados Unidos. Allá mi papá puso otra panadería que se llamaba: México City Backery. Mi hermano Joselito seguía estudiando radio y allá Roberto se compró una camarita. Cuando llegó la época del sonido se les ocurrió a mis hermanos inventar un equipo de sonido portátil que iba junto con la cámara. Se iba a filmar la película Santa, que era la primera película mexicana sonora. Buscaban a alguien que les hiciera el sonido y Juan Alarcón contrató a mis hermanos. Regresamos a México. Para entonces se habían acabado las persecuciones. Hablamos del año 30-31. Yo quería entrar al cine pero mis hermanos no me dejaban, y menos en la película Santa (aunque por ahí actué de extra), que era una cinta que tenía escenas de burdel. Para esos tiempos eso era mucho y yo tenía trece años.
Yo tuve que pelear para entrar al cine.

J.A.F: ¿Por qué razón su papá y sus hermanos no lo dejaban entrar al cine?
Ismael Rodríguez: Mi papá porque quería que fuera a la universidad y que terminara una carrera, y mis hermanos porque tenían sus busquitas y sus cosas con algunas extras y no quería que yo supiera. Les daba miedo que yo fuera a decir algo, sobre todo a mi hermano el mayor, que era casado. Como no me dejaban, un buen día me fui de la casa y llegué hasta Veracruz con mi primo Alfredo que, por cierto, era ciego. Alfredo tocaba bien el piano y yo mal el violín, pero tocaba. Conseguimos trabajar en un burdelillo que estaba junto a la playa, de nombre El Foco Rojo. Mi papá nos encontró por medio de un programa de radio que conducía un conductor que era muy famoso en aquella época y que le llamaban El Investigador Policiaco del Aire. De aquél trabajo nos fue a sacar mi papá y nos trajo para México de regreso. Pero se dio cuenta que no podía ir contra lo que yo quería, que era por demás el querer prohibirme la entrada a lo que a mí me gustaba. Entonces me consiguió trabajo con un primo que era escenógrafo en las películas. Entré en la tramoya como Chinchigüilla, que es el que hace los mandados a todos. Luego luego ascendí y me convertí en ayudante de yesero. Recorrí todos los departamentos. Fui hasta laboratorista.

J.A.F: ¿Y cómo se le dio la oportunidad para entrar a dirigir películas?
Ismael Rodríguez: Ahora lo verá: mis hermanos seguían impidiéndome la entrada para hacer sonido. Pero llegó a México B.J.C., el primer norteamericano que vino a nuestro país a hacer sonido. Coincidimos en la película. Él en el sonido y yo en el staff de escenografía. Yo me acerqué a él y platicamos (no hablaba español). Uno de los días de filmación me dijo que diera pizarra porque el que tenía que hacerlo no estaba. Era una toma en close-up con Fernando Soler. Tomé la pizarra, me puse frente a la cámara y cuando doy el pizarrazo que le agarro la nariz a Fernando Soler. Me perdonó (muy buena gente). Me había puesto muy nervioso.
Muchos años después, cuando le dieron el Ariel por la Oveja Negra (película dirigida por Ismael Rodríguez), al recibirlo dijo: este Ariel me lo dio un muchacho que alguna vez estuvo a punto de trozarme la nariz, y contó la anécdota. Luego de aquel pizarrazo trabajé en todos los puestos hasta que un día me fui a Estados Unidos donde tomé un curso de sonido. Como mis hermanos no me dieron chance, yo me propuse ser el operador de sonido más joven del mundo. Unos se reían de mí. Pero yo me hice de mi equipo. Para mantenerme en California trabajé de recoge-platos en una cafetería y componía radios y hacía lo que podía. La carrera de sonidista de cuatro años la hice en dos. Tenía 19 años. Regresé a competir contra mis hermanos y me empezaron a dar películas. Mientras que a Gabriel Figueroa le daban dos premios anuales por la mejor fotografía, a mí me daban tres por el mejor sonido. Mis hermanos y yo tuvimos la suerte de trabajar con todos los directores y todos los actores. Y platicábamos de los scripts, que no todos nos parecían buenos. Hasta que un buen día nosotros nos animamos a hacer la primera película. La dirigió mi hermano Roberto y funcionó. Luego hicimos la segunda (El Secreto del Sacerdote), que dirigió mi hermano Joselito, que más o menos también salió. Mientras tanto yo estaba trabajando el script de una historia mía: ¡Ay Jalisco, no te Rajes!. Yo ya tenía intenciones de dirigirla pero la hizo también mi hermano Joselito. Y me dije: la próxima la hago yo. Mis hermanos no me querían dejar. Decían que no me iban a tomar en serio, que estaba muy joven. Pero yo quería hacerla y sabía que tenía los conocimientos.
Sabía cómo manejar la técnica en el set. Además yo los había ayudado en las tres primeras películas. Ahora quería ser el director más joven del mundo. Total que hice Qué lindo es Michoacán. Iba a tener a Jorge Negrete, pero no se me hizo. Pensé en Tito Guizar, que era la figura máxima en ese tiempo. Tito vivía en Los Angeles. Hasta allá fuimos a verlo. El vivía con su esposa, que estaba dedicada a ayudarlo en sus asuntos. Llegamos a Beverly Hills y nos recibieron. Les leí partes del argumento. A pesar de que soy tartamudo, cuando leo los parlamentos sé que lo hago bien. A Tito Guizar le gustó mucho. ¿Y quién va a dirigir... Roberto?, preguntó. No, le respondió Roberto, lo hará Ismael. Pero es muy joven, de inmediato protestó la esposa de Tito. Entonces yo le dije lo que ya había hecho en el cine y les hice la siguiente propuesta: yo empiezo la película, si a ustedes no les gusta como lo hago, me comprometo a hacerme a un lado y dejar que cualquiera de mis hermanos la continúe, el que ustedes escojan. Ellos aceptaron. Ahí empezaron todas mis locuras.

J.A.F: ¿A usted se le ocurrían todas estas ideas de juntar a Jorge Negrete con Pedro Infante, o de que Pedro Infante hiciera tres papeles en una sola película?
Ismael Rodríguez: Son todas mías, claro. Cuando hice Los Tres Huastecos, primero anduve investigando como hacer para que Pedro Infante pudiera interpretar tres personajes en una misma película. Frank Capra, que era mi amigo, me dijo que podía hacerlo con un impresor óptico. Pero aquí no lo teníamos. Luego me platicó un viejo método muy complicado. Yo solo hice unas pruebas con los veladores de los estudios de Jorge Sthal. Los puse a actuar, revelé el rollo y cuando lo proyecté me di cuanta como truquear. A mí se me ocurrió que María Felix la hiciera de Soldadera por primera vez. Todos me decían que estaba loco, pero la convencí y después de La Cucaracha ella hizo otras seis o siete más. Yo hice trabajar mano a mano a Dolores del Río con María Félix. Ahí la pregunta era: ¿y quién la hace de galán? Unos pensaron en Antony Queen, otros en alguno de Holliwood y a mi se me ocurrió meter a Emilio Indio Fernández, y funcionó. Otra de mis locuras: se me metió en la cabeza jugar en las grandes ligas del cine. Hice Animas Trujano y se me ocurrió traer al japonés Toshiro Mifune. La prensa me trató muy mal. Me decían El Gran Genio, Orsonsito, todos burlándose de mi. Decían que cómo traía a un actor del Japón para hacer a un indio mexicano. Pero esa película se ganó premios en Irlanda, Italia, Argentina y otro países más y fue nominada para el OSCAR.

J.A.F: ¿Usted descubrió a Pedro Infante?
Ismael Rodríguez: No. El ya había hecho cuatro películas, en una de ellas, por cierto, le doblaron la voz.

J.A.F: ¿Qué le gustó de Pedro Infante?
Ismael Rodríguez: Con mi compañía hizo tres antes de que yo lo dirigiera. Empezó con Arriba las Mujeres, dirigida por Carlos Orellana, luego hizo Mexicanos al Grito de Guerra y Viva mi Desgracia, en estas dos yo le enseñaba sus diálogos, ahí me di cuenta que él tenía una gran facilidad para actuar.

J.A.F: Se habla mucho de la época de oro del cine mexicano. ¿No se ha magnificado esa época de oro?
Ismael Rodríguez: Claro que no. Esa época existió (y muestra su largo estudio repleto de premios de todo el mundo).

J.A.F: ¿Se llenaban los cines?
Ismael Rodríguez: Claro que sí. Para ver Ustedes los Ricos o Nosotros los Pobres había colas hasta de tres cuadras.

J.A.F: ¿Era buen negocio?
Ismael Rodríguez: Antes sí, ahora ya no. El cine ya casi se acabó... sólo un milagro...

J.A.F: En esa Epoca de Oro se sentía mucho esmero por las películas. Los actores estaban muy cuidados al igual que su vestuario y la escenografía, los escenarios naturales lucían en forma especial...
Ismael Rodríguez: Todo se cuidaba más. En aquellos tiempos todo mundo lo tomaba muy en serio. La televisión echó a perder a mucha gente. Empezaron a decir que ganaban más en la televisión que en el cine y que lo hacían más rápido. Antes se leía, hacíamos ensayos, todo lo preparábamos con mucho cuidado. Ahora ya no se puede así. Los actores tienen muchas cosas que hacer, ya no tienen tiempo, hacen televisión, cine, palenques... radio...

J.A.F: ¿En la época de oro estaban dedicados de lleno al cine?
Ismael Rodríguez: Sí tenían presentaciones en teatro, pero eran muy pocas. Había mucha dedicación y planeación de las películas. Hablábamos de ellas, estábamos en eso. Como ya dije, tuvimos la oportunidad de trabajar con todos los directores. Y me han preguntado que de cual aprendí más. Y yo les contesto que de los malos, porque ahí es donde se sabe lo que no se debe de hacer.

J.A.F: ¿Había toda una comunidad cinematográfica?
Ismael Rodríguez: Sí... ahora está desperdigada.

J.A.F: ¿Con cuánto tiempo de anticipación hacía usted sus proyectos?
Ismael Rodríguez: Cada película me tomaba unos seis meses.

J.A.F: ¿Por qué se inicia el declive del cine mexicano?
Ismael Rodríguez: Empezamos a perder mercado en América Latina por los problemas que ellos van teniendo. Pero no sólo nosotros nos las hemos visto difíciles, también los italianos, los alemanes y los mismos norteamericanos. Hollywood ya no existe, es un museo. Las películas ahora se hacen en cualquier parte. Pero hoy está en primer lugar la televisión... todo el mundo está trabajando para la televisión.

J.A.F: ¿Cómo se financiaba el cine mexicano de la época de oro?
Ismael Rodríguez: Había pocos que tenían todo el dinero para hacer su película. Pero los que ya tenían cierto nombre en Centro y Sudamérica podían obtener anticipos. Yo hablaba con los distribuidores y me daban dinero antes de filmar. Me preguntaban el elenco y la historia (o sin preguntar) y me mandaban 15 ó 30 mil dólares.

J.A.F: ¿Cuántas compañías quedan de esa época de oro?
Ismael Rodríguez: De unas veinte quedan cuatro.

J.A.F: ¿Qué ha pasado que no se le ha encontrado la salida a la crisis del cine?
Ismael Rodríguez: La televisión. Hoy poca gente va al cine. Es muy complicado ir. A la gente le da miedo, la asaltan... está más cómoda en su casa. Ya es muy difícil lo de los anticipos porque no hay continuidad, no les interesa una película y ya. En aquel tiempo se filmaba mucho. Tin-Tán llegó a hacer ocho películas al año, ahí sí había negocio.

J.A.F: ¿Cuáles eran los secretos de los éxitos? ¿Sería uno ellos el hacer cine muy mexicano?
Ismael Rodríguez: Además del que dice usted, yo siempre procuré que todos mis temas y mis personajes, fueran muy humanos, que le llegaran al público y que el pueblo se identificara con esos personajes. Mire, Pedro Infante hizo como sesenta películas o más, la tercera parte de ellas las hizo conmigo y con esos personajes con los que el pueblo se identifica. Pepe el Toro es un ejemplo, pero también están Los Tres García, Vuelven los García, Dos Tipos de Cuidado y otras más. ¿Por qué mis películas son las que los hicieron? Hace poco les dije a mis hijos: he estado viendo esas películas en la televisión, las que hice hace treinta o cuarenta años, las he analizado y vuelvo a sentir la intención que tuve al hacerlas. Los personajes son muy humanos y por eso el pueblo los recuerda.

J.A.F: Y desde el punto de vista técnico, ¿Fue difícil para el cine mexicano, el paso del blanco y negro al color?
Ismael Rodríguez: No, no lo veo yo así. Es más, la televisión no quiere material en blanco y negro, hoy ya no lo aceptan tan fácil. Cuando es Pedro Infante si lo quieren. Yo me arrepiento de no haber hecho la película Animas Trujano a color. Si la hubiera hecho a color habría sacado el doble de dinero. Lo mismo me sucedió con El Niño y el Muro, que no debimos hacerla en blanco y negro.

J.A.F: Ahora se habla del nuevo cine mexicano...
Bueno, eso del nuevo cine mexicano. El cine es el mismo de siempre. Ahora con muchísimas limitaciones. Nunca han hecho falta valores, siempre ha habido nuevos valores. Los jóvenes siempre surgen, pero, no pueden vivir del cine. De qué les sirve hacer una película, es más, de qué les sirve ganarse un Ariel si vuelven a hacer otra cosa hasta dentro de dos o tres años. No pueden vivir de esto. Y hay ganas y talento, pero no hay cines. El cine se está haciendo gracias a que el Estado los está ayudando, si no ya se hubiera acabado.

J.A.F: Regresando a sus películas, encuentro siempre un gusto por lo popular...
Ismael Rodríguez: Claro que me gusta, por eso en mis tiempos fui el director más taquillero.

J.A.F: ¿Cuándo hacía usted una película pensaba en el público?
Ismael Rodríguez: Claro que sí. Por eso la prensa me odiaba. Le decía a los críticos: cuando ustedes caminan van supurando cultura, ¿creen que voy a hacer películas para ustedes que entran al cine con pase?, ¡no! Y pasa el tiempo y qué pueden decir. Mi cine no ha perdido actualidad. ¿Quién tuvo la razón a la larga? Cuando yo dirigía pensaba en el público.

J.A.F: ¿Cree que Azcárraga Milmo trabaja bajo el mismo método de llegarle al público?
Ismael Rodríguez: Lo que él hace es muy respetable y legítimo, pero conmigo hay diferencias: yo no hacía cosas exclusivamente comerciales y yo no escogía ni compraba, sino creaba. Todo lo que hice lo parí.

J.A.F: ¿Cómo ve el futuro del cine mexicano?
Ismael Rodríguez: ¿Quién lo sabe...?


J.A.F: (Ismael Rodríguez responde quedándose callado... a los ojos llegan las lágrimas).

 



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