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Nicolás Alvarado
Quiero hacer en canal 22 una televisión cultural atractiva, divertida e inteligente
Publicada en la Revista no. 80 el 09 de diciembre 2004
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Por José Antonio Fernández F.

Nicolás Alvarado es, hoy por hoy, la figura de pantalla más importante de Canal 22. Es creador de un nuevo estilo de conducción para la televisión cultural. Es un personaje que quiere que el público se acerque a la cultura. Es cero solemne y siempre amigable. Hace gala en forma permanente de su prodigiosa memoria y su extraordinaria capacidad para relacionar autores y referencias con circunstancias, películas, libros, anécdotas e invitados.
Nicolás Alvarado, joven de 29 años, tiene fuerza en pantalla porque está consciente de perseguir dos objetivos: ser un eficiente divulgador de la cultura y hacer la tarea para que la gente sí quiera ver un canal cultural, como es el 22. Y es que cree que la televisión cultural debe ser atractiva, divertida, inteligente, propositiva y también glamurosa. Conduce el programa Suave es la noche, es uno de los colaboradores de La Dichosa palabra (el programa más visto y más famoso de la producción propia del 22), y es director de la revista El Huevo. Y también aparece en pantalla en TV Azteca en el programa Domingo Siete.

J.A.F.: Eres un hombre de vasta cultura. ¿Cómo es que te vuelves un hombre culto?
Nicolás Alvarado: Yo creo que soy un hombre muy interesado en los libros, en leer, ver televisión y cine, escuchar la radio y asistir a exposiciones y a casi cualquier cosa que se me presente. A lo mejor tiene que ver con cierta avidez de mi caracter. Avidez por casi cualquier estímulo cultural de casi cualquier registro.
Quizá tenga que ver con una fuga permanente de la introspección. Y te digo esto porque a mí la introspección me parece una cuestión muy peligrosa. Si uno se entretiene con otras cosas que no sean sus miserias personales, siempre podrá huir de sí mismo. Esto es la parte triste de la historia.
La parte alegre tiene que ver con el haber nacido en una casa en la que la cultura era muy importante,
en la que había muchos libros y en la que se leían muchísimas cosas. Mi padre (Miguel González Avelar) se dedicó a la administración pública mucho tiempo (llegó a ser secretario de Educación Pública en el sexenio de Miguel de la Madrid) y también tiene una veta literaria, y mi madre (Tere Vale) es psicóloga, antropóloga y periodista. Todo esto dio como resultado una diversidad de intereses muy amplia. Fui un niño que estuvo en contacto con los libros y que tuvo acceso irrestricto a ellos. Y al decir libros me refiero desde El Quijote con ilustraciones de Doré hasta el Cosmopolitan, pasando por Pavlov, Skinner y libros de ingeniería política.
El medio que me rodeaba me estimuló mucho intelectualmente para que yo desarrollara una gran afición por muchas cuestiones culturales. Yo vi leer en mi casa y estuve presente en acalarodas discusiones en los que se contraponían a Hegel y a Marx, a Platón y a Aristóteles o a Freud y a Skinner. Cuando uno ve en su casa el nivel de diversión que se puede dar en la cultura, uno mismo busca acceder a tener esa cultura.
Lo que pasa en la mayoría de las casas de este país es que los niños ven a su mamá ver las telenovelas y a su papá ver el futbol. Yo te puedo decir que también vi las telenovelas y el futbol de niño, pero tenía un repertorio mucho más amplio que eso. Creo que en los hogares donde se ve cine y televisión con un ojo crítico y en los que se lee, generan niños interesados en la cultura.

J.A.F.: ¿Hay alguien más en tu vida de pequeño que haya sido importante?
Nicolás Alvarado:
El tercer eje de mi carreta es mi abuela, Elvira Castilla.
Mi mamá se divorció de mi papá biológico cuando yo tenía año y medio. Entonces nos fuimos a vivir con mi abuela que es todo un personaje. Fue cantante en México y en Nueva York. Llegó a alternar con Jorge Negrete. Fue contratada por una radiodifusora venezolana que era propiedad de Nicolás Vale Quintero, y que al paso del tiempo terminó siendo su esposo, de ahí que yo me llame Nicolás.
Mi abuela hizo la primera película de ficción venezolana (Carambola). Después se convirtió en ejecutiva de la radio y la televisión en Venezuela.


J.A.F.: Se da una combinación especial en tu ambiente familiar: televisión, periodismo, literatura y política. ¿Decides pronto dedicarte a la televisión?
Nicolás Alvarado: Cuando yo tenía doce años leí un novela malísima que se llama Caín y Abel. Al poco tiempo viajé con mi familia a Nueva York y conocí el Hotel Plaza, que me parece un lugar totalmente mágico. La novela cuenta la historia de Abel, un mesero del Plaza que termina comprando el Hotel. Entonces decidí que quería ser hotelero. Me entusiasmaron los mitos de los hoteles y me volví un ávido consumidor de historias que tuvieran que ver con hoteles. En realidad quería ser escritor, pero no lo sabía.
Cuando cumplí catorce años, mi madre era directora de la estación de radio ABC. Ya no sabía que hacer conmigo y un verano me invitó a trabajar a la estación. Empecé como asistente de producción. Como afortunadamente para mí había nepotismo en ABC, porque mi madre era la directora y mi cuñada (Martha Sosa) la directora de Producción, le dieron chance al niño Nicolás de que hiciera colaboraciones al aire.
Yo les propuse hacer colaboraciones en las que hablara de todas estas historias de hoteles que yo sabía. Después de eso la vida me fue llevando y ya nunca dejé de trabajar. Todas las tardes me iba a la estación de radio, porque les pedí que me dejaran producir algunas cosas, sin dejar mis colaboraciones. Ahí conocí a mucha gente, como Arreola, Monsiváis y Cuahtémoc Medina, y aprendí muchísimo de música porque llevaba la Fonoteca. Los fines de semana escribía mis colaboraciones.
Seguí trabajando mucho tiempo con mi madre. Te confieso que trabajé para Tele-Guía, esto nunca lo había dicho porque me parece vergonzoso. Hice una columna de crítica de televisión socarrona.


J.A.F.: ¿Por qué vergonzoso?
Nicolás Alvarado:
Porque, al menos ahora, es como una revista horrible. Me corrieron por hablar mal de los atuendos de Verónica Castro, en la época en la que ella era intocable. Después me hablaron del periódico El Nacional para hacer análisis político, y de ahí me corrieron por antipriista. Empecé a publicar aquí y allá.
Después fui subsecreatrio de Imagen del partido Democracia Social, que no consiguió su registro. Y en el camino de andar por la radio conocí a Pablo Boullosa, quien me llevó al 22 a colaborar con el programa Textos y Pretextos de Ernesto de la Peña, y ahí conocí a Enrique Strauss (actual director de Canal 22).
Quise estudiar cine pero por razones de tiempos no entré ni al CCC ni al CUEC. Mi padre me convenció de entrar a estudiar Derecho. Estuve dos semanas y me salí. Luego pensé en meterme a Arquitectura o a Relaciones Internacionales. Mi madre me convenció de entrar a Comunicación y yo acepté, craso error en mi vida. Aunque eso perfiló a lo que me quería dedicar: ser escritor y vivir de mi trabajo en los medios.


J.A.F.: ¿Dónde estudiaste?
Nicolás Alvarado:
En la Ibero.

J.A.F.: ¿Terminaste la carrera?
Nicolás Alvarado:
Debo dos materias, Economía y Foto 2.

J.A.F.: ¿Por qué dices que fue un craso error estudiar Comunicación?
Nicolás Alvarado:
No sé si escogí la carrera equivocada o la universidad equivocada, o las dos cosas equivocadas.
A mi me parece una carrera demasiado epidérmica. No se profundiza en nada, todo es un barniz. Me parece que es muy superficial.
Sentí que no aprendí nada.
Por supuesto que mi abuela podría morir de una convulsión si yo le llevara mi título de licenciado en Comunicación.
Sólo por una razón creo me empeñaría en terminar la carrera: que siempre me ha hecho ilusión el hacer una maestría en la Universidad de las Artes en Filadelfia. Sin embargo, no es algo que sea como viable en mi vida a estas alturas. Ya se me pasó el tiempo. Tengo una vida como muy hecha y demasiadas responsabilidades.

J.A.F.: Yo veo en tí un afán de presentar la cultura en televisión de una manera totalmente desenfadada. ¿Es algo totalmente consciente de tu parte?
Nicolás Alvarado:
Es natural en mí pero soy consciente de que lo hago. A partir del programa La Dichosa Palabra, que es el más exitoso de los proyectos en los que participo, se me ha empezado a forma una imagen pública.

J.A.F.: ¿Por qué esa actitud desenfadada, de no ponerte serio cuando hablas de la cultura?
Nicolás Alvarado:
Para empezar, mi relación con la cultura es real, mis libros están aquí en la sala de mi casa. Y también me parece que el trabajo de difusión
cultural no puede estar escindido del universo. Yo soy un divulgador de la cultura, al día de hoy, aunque eso no es mi meta en la vida. Yo esperaría ser recordado como un escritor que hizo tele y fue editor. Pero hoy soy consciente de que me dedico a dar difusión a la cultura, y creo que si lo hago solemne es como si no lo hiciera.
A mí me da mucha risa cuando editores de revistas culturales dicen que no les importa la circulación, o cuando productores de programas te cuentan que no les importa el rating. Si eso piensan, pues que se vayan a dormir a su casa. Porque para ser muy cultos, todos podemos serlo en la intimidad, pero si de lo que se trata es transmitir la cultura hay que lograr transmitirla. La pregunta es: ¿cómo se logra transmitir? La televisión tiene un lenguaje que es de seducción y espectacularidad. Es decir, para que la gente quiera leer una revista, escuchar un programa de radio o ver la televisión, hay que presentar proyectos que sean atractivos, divertidos, inteligentes o interesantes. Deben tener algo que llame a la gente.
Yo creo que la televisión cultural debe conservar esos dotes de seducción y espectacularidad pero con contenidos inteligentes, ecuación que generalmente no es posible.
Y es que yo no creo que en la televisión comercial hagan programas intencionalmente malos, como si fuera un complot. Pienso que los hacen malos porque no les da la cabeza para más.
Mi actitud desenfadada por la cultura se da porque estoy convencido de que es la única manera de que la gente se interese por la cultura.
Cuando veo un programa como Zona Abierta, aplaudo los contenidos inteligentes pero me doy cuenta de que es aburridísimo verlo. Han atinado últimamente al invitar a mujeres divertidas inteligentes, así les funciona mejor. María de las Heras mejora sensiblemente el programa. Pero el formato mismo de Zona Abierta es aburrido.
Un programa sirve para que la gente lo vea y una revista para que la gente la lea.


J.A.F.: ¿De dónde te viene ese espíritu práctico?
Nicolás Alvarado:
Supongo que de mi abuela. Ha sido y es práctica hasta la fecha. De entrada tuvo que renunciar a su ambición profesional por su relación amorosa (con su marido), y en ese momento se reinventó. Quizás yo estoy un poco con esa actitud, si me contrataron para barrer, ¿pues cómo le hago para barrer?

J.A.F.: Yo te veo como la figura de pantalla más importante del Canal 22. ¿Crees que debes ponerte la camiseta del 22 ó consideras que mejor vale que medie una distancia?
Nicolás Alvarado:
Yo tengo un gran beneficio al estar en Canal 22. Si yo no estuviera al aire no estaríamos aquí haciendo esta entrevista. Llevo 15 años escribiendo de manera maravillosa o chafa, pero apenas hace dos años la gente se dio cuenta de Nicolás Alvarado porque salgo en la tele.
Cuando entré a la televisión, no me gustaba. De hecho, sigue siendo el medio que menos me gusta. Pero la tele me ha abierto la posibilidad de escribir en medios en los que pensé que nunca iba a escribir y me da la posibilidad de que la revista El Huevo tenga una gran caja de resonancia. Ya que llegué a la televisión, me di cuenta que Canal 22 era la estación en la que más a gusto podía estar. Pienso que el 22 y yo desarrollamos una buena relación, porque yo me parezco al Canal y el Canal a mí. Es decir, esta idea de hacer una televisión inteligente y divertida, es algo que a mí me interesa y que le interesa también al Canal.
La primera camiseta que traigo puesta es la de la revista El Huevo, pero la segunda es la de Canal 22.
Sé que se va a acabar, por muchas razones, una de ellas es que en algún momento terminará la administración de Enrique Strauss.
Para mí la tele es una plataforma para hacer más cosas adelante.

J.A.F.: ¿Te sientes libre en el 22?
Nicolás Alvarado:
Absolutamente. Aunque te aclaro que yo soy conductor, no soy el productor de los programas en los que aparezco.

J.A.F.: ¿Eres un hombre apasionado? En pantalla se te ve siempre muy echado para adelante, con muchas ganas de decir lo que piensas y crees.
Nicolás Alvarado:
Soy más un hombre entusiasta que apasionado. El que es apasionado, padece, y yo procuro no establecer relaciones neurotizantes con nada y con nadie. Prefiero ser entusiasta, y me encanta estar hoy en el 22, pero sé que se va a acabar y por eso procuro que no se me vaya la vida en este proyecto.
Ya aprendí. Antes me metí en proyectos en los que dejé todo, y no quiero que vuelva a suceder. Es mejor entusiasmarse que apasionarse.


J.A.F.: ¿Qué aprecias hoy del mundo de la cultura de México? ¿Crees que también el mundo cultural está medio atorado, como sucede en otros casos de la vida del país?
Nicolás Alvarado:
Pienso que suceden las dos cosas. Hay una frase de La Dama de las Camelias que a mí me gusta mucho: es demasiado, pero no es suficiente. La frase encierra mi visión de lo que sucede hoy con la vida cultural de México. No comparto las visiones catastrofistas, me parecen absurdas. Hay un sistema de creadores que funciona, revistas vigorosas, dos televisoras culturales, arte contemporáneo, se filman aquí muchas más películas que en la mayoría de los países latinoamericanos y se editan un chorro de libros.
En México se están haciendo muchas cosas en el ámbito de la cultura, pero se podrían hacer más. Una de ellas, y muy importante, sería la de interesar a la iniciativa privada en la cultura. Hoy la iniciativa privada no tiene el menor interés en la cultura. Y te doy un ejemplo concreto: como soy chambitas, me tocó buscar apoyos para el Teatro Fest. Conseguí los apoyos clásicos del gobierno, pero no pude encontrar a nadie de la iniciativa privada que quisiera entrar a ayudar. Ni uno sólo. Y si no convencemos a los privados, entonces se provoca una relación muy perversa con el Estado al querer que sea el proveedor de todo. El problema es que este esquema hace que los presupuestos siempre sean muy pequeños.
Yo creo que cuando los empresarios entienden la cultura, se vuelve un factor de desarrollo económico. Cuando no es así, la cultura se marginaliza.


J.A.F.: Si mañana llegara alguien y dijera: vamos a privatizar el Canal 22 (o el 11), ¿lo defenderías para que siguiera siendo un canal público?
Nicolás Alvarado:
Sí, aunque no lo haría porque estuviera defendiendo un estatismo a ultranza. Mi defensa sería porque no creo que en México haya empresarios capaces de hacer buena televisión cultural con rating. Y si un privado comprara el 22, buscaría el rating para hacer rentable la estación, y no creo que ese rating lo buscara con programas culturales.
Me preocuparía mucho que se perdieran los espacios del 11 y el 22. Gracias a que tienen subsidios, pueden hacer la televisión que hacen. Si un empresario llegara no estaría interesado en hacer una televisión inteligente, la harían para obtener rating, y como no saben hacer una televisión con rating e inteligente a la vez, prefiero que no se vendan. Los defendería a capa y espada.
Y te aclaro que yo no creo que los medios culturales deban ser públicos o privados, creo que deben ser culturales. El problema es que en este país para que sean culturales necesitan ser públicos.

J.A.F.: Si estuvieran con nosotros en este momento Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas, qué les dirías que te parece valioso de Televisa y TV Azteca.
Nicolás Alvarado:
Emilio Azcárraga modernizó a una empresa que era como de terror. La imagen de la Televisa actual no corresponde a la que tenía hace apenas unos años. Creo que en su mayoría hace mala televisión, pero me parece que es una compañía moderna que funciona. De entrada veo que no tiene una línea ideológica. Sus noticieros son lo mejor. Hacen un buen trabajo periodístico.
Me parece que TV Azteca, lugar en donde hago un programa (Domingo Siete), tiene más por hacer. No me parecen buenos sus noticieros. En ambas compañías la telenovela se ha anquilosado y en ninguno de los dos casos me gusta, en general, lo que hacen de comedia. No me entusiasma el discurso de TV Azteca alrededor de los valores, lo percibo con un tono mesiánico.
En concreto, me gustan algunos programas: de TV Azteca, Entre lo público y lo privado, Domingo Siete, Historias Engarzadas y lo que hacen en Deportes. De Televisa aprecio sus noticieros, las producciones de Clío y veo un buen esfuerzo en La Parodia, sobre todo la caricaturización de los personajes políticos.


J.A.F.: ¿En qué país sientes que vives?
Nicolás Alvarado:
En un país irresponsable, no atroz, pero sí irresponsable. En este momento no hay luz en este hall de mi casa, porque el electricista no puede llegar a la hora que dijo que vendría. Extrapola eso al país y verás que así funciona. Nosotros nunca somos responsables de nada, nunca nos comprometemos con nada y nunca tenemos la culpa de nada. Es muy difícil construir un país así.
Nos hace falta tener sentido de la responsabilidad y de la deuda. Todos los seres humanos vivimos en permanente deuda, pero los mexicanos sentimos que tenemos derecho automático de todo.


Más respuestas de Nicolás Alvarado exclusivas
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1.- Creo que yo llegué a la televisión para tratar de demostrar que la televisión inteligente con buenos contenidos puede ser muy divertida.
2.- No es posible hacer una televisión que no se proponga ser atractiva.
3.- Hay que demostrar que la televisión cultural puede ser un buen entretenimiento y también un buen negocio.
4.- El mejor elogio que he recibido de mi trabajo televisivo, es un spot de Alpura que pasa en La Dichosa Palabra en Canal 22. ¿Por qué lo siento así? Porque hay un señor en una central de medios que considera que ese programa que busca difundir cultura también sirve para vender litros de leche. Dicho de otra forma: él pensó que hay suficientes personas que ven ese programa cultural como para aprovechar el espacio para que esa audiencia compre leche Alpura. Y es que la gente que compra libros también compra litros de leche.
5.- Yo no soy tan valiente como mi madre (Tere Vale). Mi mamá entrevistó en 1993 a Cuauhtémoc Cárdenas cuando estaba prácticamente prohibido hacerlo. Rompió discos que no le parecía que tenían valor (en un molcajete), junto con Jorge Saldaña en Canal 13. Yo no soy de gestas heroicas. No soy un cobarde, pero creo que la valentía no es uno de mis rasgos.
6.- Yo no entrevisto a gente que no me gusta. Eso le da un tono a mis conversaciones, porque siempre entrevisto a gente que hizo algo: una película, un libro, un documental, un corto, un disco...
7.- Creo que yo llegué a la televisión para tratar de demostrar que la televisión inteligente con buenos contenidos puede ser muy divertida.
8.- Hoy en día, la gente no tiene el menor respeto ni por las instituciones ni por los partidos políticos. Se está dando una política evidentemente personalista, que tiene que ver con la crisis de las ideologías pero también con un vacío de poder y una falta de credibilidad. No hay opciones políticas que respondan a las expectativas de la gente en términos institucionales.
9.- Creo que en el 2006 el voto mayor va a ser el clientelar, no el ciudadano. Y también creo que el personaje que llegue a la Presidencia lo hará con poca legitimidad porque todos están muy desgastados y tienen una mala imagen.
10.- Me preocupa que (yo) no tenga ganas de votar por nadie en el 2006, que los aparatos clientelares decidan la elección y que (yo) no pueda hacer nada. Y es que hoy en México ya no se puede construir una nueva opción política porque es algo que está pervertido de base. Cambiaron las reglas y hay que hacer tal cantidad de asambleas que hacen prácticamente nula la posibilidad de que alguien haga realidad un nuevo partido político.

 



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