Para complementar esta entrevista, le recomendamos
también consultar la entrevista publicada anteriormente en la Revista
Telemundo:
- Entrevista
con Andrés Bustamante, en la que cuenta de sus inicios como comediante.
Andrés Bustamante es el comediante más
ingenioso y original de la década de los noventa. Su humor sorprende
por imaginativo. Artista muy fino, seguido por chicos y grandes de todos los
estratos sociales y respetado por colegas y público, vive hoy un suceso
extraordinario: a Ponchito, su personaje más conocido, se le hizo un
sueño realidad y Andrés Bustamante carga ahora con el paquete.
Resulta que Ponchito por años presumió ser dueño de Ponchivisión,
una supuesta cadena de televisión muy importante. Por años Ponchivisión
sólo fue un nombre que formaba parte de los chistes del personaje. Al
pasar el tiempo se convirtió en un logotipo que fue colocado en micrófonos.
De logotipo se transformó en un gafete que permitió a Ponchito
realizar reportajes igual en oficinas resguardadas por rudos policías,
que en estadios olímpicos y mundialistas.
Y llegó un día, como dice la frase hecha de los cuentos infantiles,
que Ponchivisión se convirtió en todo un canal de televisión
dedicado al humor. Una señal que apenas inicia, que Ponchito presume
y que es la mayor aventura en la vida de Andrés Bustamante.
José Antonio Fernández:
¿Cuál es tu concepto de libertad?
Andrés Bustamante: Para mí es muy amplio porque tiene implicaciones
de todo tipo.
El concepto de libertad tiene que ver, fundamentalmente, con la creatividad.
Para poder ser creativo necesitas tener libertad. Si no tienes libertad, constantemente
te encontrarás con obstáculos, en el mejor de los casos, o con
paredes, en el peor, que no te permiten avanzar hacia donde tú quieres
(sin importar que estés bien o mal).
La creatividad no tiene que ver con hacer las cosas bien o mal, tiene que ver
con expander la imaginación y llevar más allá lo que uno
ha pensado. Se trata de poner en práctica los pensamientos. Con la mente
uno puede ser enormemente libre, pero para hacer reales los pensamientos es
necesario realizar ciertas acciones y para ello requieres libertad.
Yo tengo una extraordinaria admiración por Leonardo Da Vinci quien trabajaba
con una enorme libertad de pensamiento, aunque no pudo llevar a cabo muchos
de sus inventos porque no existían las herramientas para hacerlos, como
el helicóptero, el avión, el paracaídas, el tanque de guerra....
(Bustamante guarda un compás de silencio y se dice a sí mismo):
pienso que hay que trabajar en la jaula más amplia que uno pueda conseguirse.
J.A.F.: ¿La libertad de Andrés
Bustamante de hace 6 años es distinta a la libertad del Andrés
Bustamante de hoy?
A.B.: Es más importante mi libertad de hoy porque he tomado más
conciencia de esa libertad.
Creo que cuando empiezas a chambear (o al menos eso me sucedió a mí),
lo que buscas es la oportunidad aunque te pongan reglas. En muchas ocasiones
interpreté papeles, más que crear personajes.
Yo he buscado más la libertad y hoy es más importante para el
desarrollo de mi chamba.
J.A.F.: ¿En dónde están
tus límites de libertad hoy?
A.B.: Te puedo decir que me muevo con muchísima libertad. Tengo
esa gran fortuna. Este proyecto de Ponchivisión sólo se pudo dar
teniendo como principios la indepedendencia y la libertad, aunque siempre hay
límites, que pueden ser técnicos, económicos o de otro
tipo. Por ejemplo, yo soy muy mal hablado, pero siempre he pensado que en mi
trabajo como comediante debo hacer un tipo de humor que no esté basado
en hacer chistes con groserías. Es un autolímite que yo decidí.
La televisión y la radio tienen ciertas reglas a las que hay que sujetarse.
Como yo hablo en una comida no platico con mi mamá, aunque a ella le
tengo mucha confianza. Esto no me hace más o menos libre.
En este trabajo un punto de vital importancia es definir el estilo, que es lo
que identifica a cada quien y hace la diferencia con los demás.
J.A.F.: ¿Cuál es tu
estilo?
A.B.: Es un humor que busca la sorpresa, para mí es lo fundamental.
Todos mis personajes cuentan con el ingrediente sorpresa. Es el que rompe la
línea con el pensamiento que tú tienes y es donde se provoca la
risa.
Alguna vez le preguntaron a un premio Nobel de Biología qué es
la genialidad, y contestó algo así: "la genialidad (creatividad)
radica en ver lo que todo mundo ha visto, pero pensar lo que nadie ha pensado".
Yo intento hacer eso todo el tiempo. Y te doy un ejemplo: la gente ha visto
muchas veces grabadoras como la que ahora graba esta entrevista, lo que yo busco
es que esa grabadora se convierta en algo más que una grabadora para
que sorprenda al público. Y lo mismo hago con las palabras, las frases,
los personajes, las situaciones y con cualquier objeto que presento en el escenario.
El objetivo es que el resultado sea sorpresivo y lleve a la risa.
J.A.F.: Ninguno de tus personajes
causa lástima. ¿Cuidas que así suceda?
A.B.: Así es, no quiero que causen lástima. Cuido que provoquen
ternura, que el público llegue a querer al personaje.
J.A.F.: ¿Nunca personajes groseros?
A.B.: No, y no es por mojigato. El trabajo que yo hago requiere de mucha
comunicación, lo que significa que el público y mi personaje logren
entenderse. Si la intención es llegar a la mayor cantidad de público
posible, es indispensable eliminar las palabras altisonantes porque muchos no
le entienden al albur. Yo considero que el albur sólo lo captan los miembros
de una cofradía, pero los demás, que son la mayoría, no
le entienden.
Para llegar a una mayor cantidad de público hay que intentar hablar su
mismo lenguaje, sin palabras altisonantes. Entonces el público se muestra
accesible a lo que está viendo, se siente a gusto y parte del espectáculo.
Yo intento hacer un humor dirigido a la mente de la gente, y no al estómago
del público. Intento que la gente complete con su mente lo que yo estoy
presentando en escena, y no espero sólo la respuesta visceral. Sé
que una mentada de madre en el escenario causa risa, pero es algo automático,
no se da una conciencia del acto humorístico.
J.A.F.: ¿Buscas el humor fino,
inteligente?
A.B.: De pronto puede sonar medio chocante el que yo diga que pretendo
hacer humor fino o inteligente, pero eso es justamente lo que busco.
J.A.F.: Tú empezaste haciendo
humor para unos cuantos, en el Cuervo, y ahora te presentas para miles y millones.
¿Qué pasa dentro de tí cuando sabes que lo que haces y
dices lo están viendo millones?
A.B.: Cuando trabajaba en El Cuervo, una noche presenté el espectáculo
para siete personas. En este instante me pongo chinito cuando te escucho decir
que me han visto millones por televisión al mismo tiempo. Pero no me
preocupo demasiado.
Creo que lo fundamental es no creértela.
J.A.F.: ¿Hay diferencia para
tí entre trabajar para un público de siete personas que para millones?
¿Necesitas hacer algo distinto?
A.B.: No, realmente no. Y pienso que ahí está la base de
mi chamba. Yo creo que es fundamental no creértela. Mi trabajo es el
mismo con más o menos público. Al auditorio no le importa si el
programa costó mucho o poco, si se tardaron en hacerlo más o menos
tiempo, al final le llamará o no la atención, le gustará
o no, y punto.
Lo que vale es que quien se presente en el escenario se entregue, que realice
su espectáculo con ganas y lo interprete lo mejor que pueda. No importa
que me vean diez o millones.
La diferencia entre tener un público de 40 personas o de millones se
da en la calle, porque la televisión te hace un personaje conocido.
J.A.F.: ¿Y cómo te afecta
la fama (para bien y para mal)?
A.B.: A mí no me gusta mucho, y lo digo sinceramente. Entiendo
que la gente que se acerca al verme lo hace porque le gustó mi trabajo.
Pero eso me abruma, y como yo soy una persona introvertida preferiría
que no me voltearan ni a ver. Te lo digo así: si yo estoy en un escenario
vestido de Ponchito sé perfectamente como responderle a cualquier persona,
pero si ando por la calle de Andrés Bustamante y me piden un autógrafo,
me siento desprotegido, me apeno, me pongo rojo, no sé qué decir
y de inmediato intento huir.
J.A.F.: ¿Te gusta o no la fama?
A.B.: La fama igual la adquiere un buen jugador de futbol que otro pésimo.
El que falló el penal se hace famosísimo, igual que el asesino.
Yo prefiero el prestigio a la fama.
J.A.F.: ¿Cuidas el prestigio?
A.B.: Intento cuidar el prestigio lo más que puedo. Y me afecta
muchísimo cuando las cosas de mi trabajo no caminan como yo quisiera,
porque siento laceradísimo mi prestigio.
J.A.F.: ¿Cómo cuidas
el prestigio?
A.B.: Siendo congruente con lo que siempre he pensado. Haciendo sólo
lo que yo supongo que sé hacer. Tratando de realizar las cosas lo mejor
posible y con completa sinceridad. Yo soy responsable cien por ciento de todo
lo que yo hago y digo.
Intento ser lo más profesional posible. Soy muy crítico de mi
chamba (me afecta ver lo que hago porque observo más los defectos y me
preocupo).
Reviso mis programas y si les encuentro algún defecto y así salen
al aire, me siento como encuerado en el patio de la escuela.
J.A.F.: Conversamos hace 5 años. Entonces me dijiste
en entrevista que sabías que tenías éxito cuando aparecías
en radio y televisión para causar sorpresa. Es el caso del programa Los
Protagonistas, con José Ramón Fernández, o en el noticiero
de Pedro Ferríz de Con. Me decías que tenías muy medido
el aparecer cuando todo mundo estaba serio, bromear unos 5 minutos y luego desaparecer.
Pero ahora te lanzas a un proyecto que no es de 5 minutos, sino de 24 horas
al día. Todo un canal de televisión. ¿Por qué le
apuestas a Ponchivisión?
A.B.: Creo que el proyecto de Ponchivisión es la gran sorpresa. Pienso
que Ponchivisión es al espectro televisivo lo que mis presentaciones
de 5 minutos son al programa Los Protagonistas (en el que yo me presento cada
dos años).
En la programación diaria de Ponchivisión, yo aparezco 25 minutos.
Sólo existe el programa de Ponchito, no está el profesor Grecomorfema,
ni el Hoolligan, ni otros personajes. No está pensado así. Yo
tengo que cuidarme muchísimo. El proyecto de Ponchivisión es a
largo plazo. Es un canal de humor, no un canal de Andrés Bustamante.
Le pusimos Ponchivisión porque aprovechamos un buen
handicap. Podríamos haber encontrado otro nombre, pero consideramos que
era un arma para jalar la audiencia.
J.A.F.: ¿Sólo le pusiste
el nombre por mercadotecnia, o el nombre de Ponchito también te da orgullo?
(Lo pregunto un poco pensando en que el señor Ford le puso a sus coches
Ford, el señor Tornel bautizó a su fábrica de llantas como
Tornel...)
A.B.: Parte de la decisión es por mercadotecnia, es fría.
Y otra parte es por el surrealismo mexicano, porque Ponchito siempre presumía
tener su canal y finalmente ahí lo tiene.
J.A.F.: Me llama la atención
una contradicción: Ponchito es el más humilde de tus personajes,
y ahora es la cabeza de tu proyecto más ambicioso.
A.B.: Yo no tengo una relación como de amor con mis personajes.
Muchas horas del días soy ellos. Con mis personjaes he sublimado cosas
que habría querido hacer. Yo me quiero a mí mismo pero no me lo
estoy diciendo todo el día. Eso me pasa con mis personajes, actúo
en consecuencia pero no pensé en hacer Ponchivisión por una expresión
de amor por Ponchito.
J.A.F.: Ponchito no es un perdedor.
A.B.: No es un personaje que gane, siempre la libra porque tiene un ánimo
positivo. Es muy mexicano y se mimetiza con cualquier clase social. No es naco
ni peladazo. Su línea es aspiracional. Ponchito siempre dice que se mueve
por todos los ambientes.
J.A.F.: ¿De dónde nace
la idea de tener un canal de televisión?
A.B.: Siempre todos los que trabajamos en la televisión tenemos
la idea de tener un canal propio, y hablo de un pequeño canal. Durante
un tiempo pensé que yo no debía salir por las cadenas grandes.
Hace algunos años pedí información para saber cuántos
canales hay en México. Pensé, inicialmente, en crear contenidos
(programas o cápsulas) para venderlos a muy bajo precio a los cableros
o canales chiquitos que hay en el país, siempre y cuando muchos los compraran.
Mi teoría era que se interesarían porque yo tenía cierta
fama y que podría encontrar la fórmula para hacer el proyecto
rentable.
J.A.F.: ¿Hace cuánto
tiempo pensaste en hacer esto?
A.B.: Hace unos tres años. Hablé con gente de la Secretaría
de Comunicaciones y me dieron un documento con la información de cuántos
canales hay funcionando en el país. Platiqué el proyecto con gente
que frecuento, como Javier Solórzano, Carmen Aristegui y José
Ramón Fernández, para hacer una especie de United Artists, para
que nosotros no perteneciéramos a ninguna cadena sino que vendiéramos
nuestros proyectos terminados a muchos, grandes o chicos.
Un buen día, mi amigo y compañero de chamba, Santiago Bolaños,
me dijo que por qué no hacíamos un canal de humor. Platicamos
la idea con algunos cableros pero el proyecto no encontró mucho eco y
se durmió. Pasado el tiempo, Santiago Bolaños me comentó
que había oportunidad de platicarle el proyecto a Pablo Vázquez,
director general de Cablevisión. Nos reunimos y se dieron conversaciones
muy rápidas y muy pronto las cosas cuajaron... y aquí estamos.
J.A.F.: ¿Por qué pensaste
que con las grandes cadenas ya no?
A.B.: Por malas experiencias. Los grandes canales son dueños de
lo que quieren hacer, ya no tienen muchas ganas de experimentar y andan en busca
sólo de tener éxitos comerciales. A mí me encanta hacer
experimentos y no siempre son exitosos el primer día.
Sí me hicieron propuestas para estar en Televisa y TV Azteca. Por cierto
que algunas de sus propuestas me llegaron a dar risa, por absurdas. En las cadenas
grandes me sentiría justamente encadenado.
Yo entré a la televisión cuando surgió Imevisión,
en donde sí se quiso hacer televisión diferente. Yo me acostumbré
a eso, a trabajar en un lugar en el que no eran tan importantes los ratings,
en donde había gente joven que deseaba hacer televisión de otra
manera y donde se permitió la experimentación. Cuando hacía
el programa del Güiri-Güiri con Alejandro Gamboa y Tere Costa fue
una época muy buena, la mejor en la que he estado en televisión.
Nadie se metía con nosotros. Íbamos normando el programa para
que estuviera bien y para que la gente se riera, porque sabíamos que
se trataba de llegar al público (y no para que nosotros nos riéramos
entre nosotros). Pero cuando Imevisión se privatizó inmediatamente
vi que las cosas cambiaron, que el proyecto sería otro. Lo viví
en carne propia. De una relación cálida pasé a otra muy
distinta.
Yo un día me enteré por el periódico que mi programa (en
TV Azteca) saldría del aire. Nadie me había dicho nada. No guardo
rencor por eso, pero sí pensé que era una forma extraña
de hacer las cosas. Me di cuenta que yo no pertenecía a esa forma de
proceder y a ese mundo. Desde entonces mi relación se deterioró
mucho con TV Aztcea. Inmediatamente me di cuenta que no había comunicación.
Con el único que conservé comunicación fue con José
Ramón Fernández, con quien mantengo una gran relación hasta
la fecha.
Mis participaciones en Los Protagonistas las negocié siempre con José
Ramón y jamás me preguntó qué sketch planeaba. Siempre
se enteró al aire, junto con el público, cuál era mi sketch.
Confió siempre en mi trabajo y yo, creo, le respondí bien, al
igual que Víctor Trujillo.
Entonces pensé que no quería llevar una relación con una
empresa. Por eso armé mi propia compañía, chiquita pero
en la que hacemos las cosas como creemos, en la que me siento a gusto conmigo
mismo.
J.A.F.: ¿A qué te refieres
con sentirte a gusto contigo mismo?
A.B.: Yo vivo de mi trabajo y lo intento vender lo más caro posible.
Pero una cosa es vender mi trabajo y otra muy distinta es vender tu persona.
Lo único con lo que uno cuenta es, en términos laborales, con
su fuerza de trabajo. Yo soy responsable de lo que yo hago. A mí me cuesta
trabajo formar parte de una empresa que te dice lo que debes decir o que te
pide ir a apoyar una causa que ni siquiera es la tuya.
Para mí es muy importante ser congruente conmigo mismo.
J.A.F.: ¿Qué papel juegan
tus convicciones?
A.B.: Son fundamentales.
J.A.F.: ¿Cuáles son
tus convicciones más importantes?
A.B.: La honestidad, la lealtad, el profesionalismo, la justicia, la
verdad (que aunque subjetiva es muy importante). Cuando hago algo es porque
estoy convencido.
Te aclaro que considero que mi trabajo humorístico no tiene tremendos
niveles de profundidad, y no me planto en el escenario para cumplir con una
lucha social. Probablemente mi tarea es más superficial y frívola,
pero sí está encaminada a no hacer humor con ciertas situaciones.
J.A.F.: ¿Te ubicas como hombre de izquierda, derecha
o centro?
A.B.: Cuando era chavo era de una izquierda medio idealista. Creo que
ahora con las vueltas que ha dado el mundo hay que tomar lo mejor de cada lado.
En la selva no te puedes comportar como un gentleman. Pienso que la izquierda
es mucho más humanista que la derecha.
J.A.F.: ¿Cómo negociaste
con Pablo Váquez?
A.B.: Te platico algo que no he comentado con nadie:
en una cena, al inicio de las conversaciones con Cablevisión, Pablo Vázquez
(su director) me dijo que le parecía muy bien el proyecto de Ponchivisión
y que seríamos tres los involucrados en el nuevo canal, Argos, Cablevisión
y yo. Le respondí que ese era otro proyecto distinto a Ponchivisión.
Creo que le di dos tragos a una copa de tequila y agregue: "sé que
es la oportunidad de mi vida, pero así no le entro.
No es la idea que yo tenía en mente. La combinación suena bien,
pero no. Estoy seguro de lo que digo"
Respuestas exclusivas de Andres Bustamente para Canal100.com.mx
J.A.F.: ¿Y qué te respondió
Pablo Vázquez cuando le dijiste que preferías no llevar a cabo
el proyecto de Ponchivisión si entraban otros socios, específicamente
Argos?
A.B.: Me dijo que la combinación con Argos era buena. Le respondí
que la combinación podría llevar a algo, pero que entonces se
trataba de otro proyecto. Me preguntó varias veces si estaba seguro de
mi respuesta. Le dije que sí, que sabía que los canales de televisión
no se daba en un maizal, y que quedábamos tan cuates como siempre. Santiago
Bolaños estaba presente.
Finalmente le dije que yo le entraba si el nombre era Ponchivisión y
que los involucrados fuéramos Cablevisión y nosotros, nadie más.
La cena terminó. Cuando iba en mi coche de regreso a mi casa pensé
que, tal vez, me había comportado como un idiota. Pero al mismo tiempo
te puedo decir que sentía una tranquilidad enorme. Dos días después
me llamó Pablo por teléfono para comer. Me dijo: tienes razón,
son dos proyectos distintos. Y ahí arrancamos las reuniones con abogados
(asuntos para los que soy malísimo).
Imaginé que iba a ser una negociación muy difícil, pero
fue extremadamente fácil. Ellos partieron de una base sencilla: si el
proyecto lo traía yo y yo era el que sabía por dónde empezar
a construirlo, la lógica era que fuera yo el que encabezara la toma de
decisiones. Así se hizo. Depositaron toda la confianza en mí.
En el contrato yo soy el responsable del proyecto, del contenido, de los criterios
de producción, de las decisiones de compra de material y de la imagen
del canal. Por mi parte siempre estoy muy abierto para escuchar consejos y sugerencias,
pero el cien por ciento de las decisiones en Ponchivisión las tengo yo.
Cablevisión nos pagó por adelantado un año de señal.
Aquí no hay préstamos financieros de ningún tipo. Con ese
dinero estamos trabajando. Los costos por programa de Ponchivisión son
bajísimos.
J.A.F.: ¿Ponchivisión es libre de vender su señal a Sky,
DirecTV, Multivisión, PCTV y demás sistemas de televisión
de paga del país?
A.B.: Así es, totalmente libre. Como cualquier otro canal para
cable (como Discovery Channel).
J.A.F.: ¿Qué quieres
de Ponchivisión?
A.B.: Yo no me considero viejo, acabo de cumplir 42 años. Tenía
planes para filmar una película y estoy lleno de trabajo con los shows
que armó para compañías. Aparecía cada dos años
en televisión. Por decirlo así, ya tenía mi vida profesional
hecha, muy ordenada y pacífica. Ponchivisión viene a cambiar mi
vida completamente. Es el proyecto más importante de mi vida.
Pienso que la televisión se está convirtiendo en canales especializados.
En otros países hasta el 70% de los telehogares tienen contratado un
sistema de paga, y en México anda por el 20 por ciento y sigue avanzando.
Creo que hacer el primer canal de humor de México, que eventualmente
pueda enviar su señal a América Latina y el sur de Estados Unidos,
y en el que podamos explorar y experimentar, es la búsqueda y el proyecto.
Eso es lo que quiero.
Cuando yo entré a la televisión, que fue prácticamernte
el mismo momento en el que arrancó Víctor Trujillo, se dio (en
Imevisión) un caldo de cultivo de experimentación que no se ha
vuelto a repetir desde entonces. Quiero abrir las puertas a gente joven, artistas
que traigan propuestas para ponerlas en la tele. Yo creo en el autor-actor,
porque así empecé. Fabricaba hasta mi propia utilería.
Por eso admiro a Leonardo Da Vinci, porque era anatomista, pintor, constructor
de armas, inventor, científico, le gustaba la cocina, era artesano...
hacia de todo. Por eso nuestro changarro se llama Alquimia, porque el alquimista
era gente que se sentaba e inventaba cosas. Yo busco que se acerque a Ponchivisión
gente que traiga sus ideas, sus boletos, sus propuestas. Es curioso, pero la
gente está más acostumbrada a que le digas qué hacer, que
a proponer ideas propias. Nosotros tenemos foro, cámaras, guionistas
y toda la paciencia para ver y ver y ver. Esto es lo divertido. El canal debe
convertirse en un foro de experimentación, es lo que me emociona muchísimo.
J.A.F.: Eres actor, autor, guionista,
editor, iluminador, director, ahora director de un canal, administrador y promotor.
¿También crítico?
A.B.: Por supuesto. Aquí todas las grabaciones las discutimos.
He estado enfermo. Veo nuestra pantalla y no me gusta. Todos los días
cambiamos algo para llegar al punto.
J.A.F.: ¿Tiene límite el concepto Ponchivisión?
A.B.: Hace unos días platicaba con Carmen, mi representante, y
recordamos que un día nos propusimos comprar una cámara para los
shows. Después hicimos una revista, que no funcionó, luego lanzamos
Ponchito.com y ahora estamos con el canal de televisión. Siempre se van
uniendo cosas suaves. Hoy estamos como cachorros, apenas abrimos los ojos.
Por lo pronto debemos mantener el ánimo. En el canal encuentro que puedo
hacer mis cosas, dirigir las de otros y dar espacio para que muchos desarrollen
sus aptitudes y las den a conocer a un público mayor.
J.A.F.: ¿Hablaste con Emilio
Azcárraga Jean?
A.B.: Sí. Hablé también con Bernardo Gómez
y Pepe Bastón. Las primeras veces que me senté frente a ellos
pensé que debía ponerme una coraza para defender mi proyecto.
Pero me sorprendió su apertura. Y te doy un ejemplo: ellos me dijeron
(antes que yo) que la independecia del proyecto era el punto clave. En ese momento
les tomé la palabra. Cuando hicimos la sociedad y les dije que yo quería
dirigir todo el proyecto, me respondieron que era obvio que así sucediera.
Para mí todo ha funcionado a todo mecate.
J.A.F.: ¿También eres
libre de contratarte con TV Azteca (José Ramón Fernández)
o con otra compañía que no sea Televisa?
A.B.: Por supuesto que sí. De hecho, el primero invitado de Ponchivisión
fue José Ramón Fernández.
Debo decirte que cuando regresé de las Olimpiadas de Australia comenté,
y hay varios testigos, que era el último evento al que asistía.
Yo dije que había terminado mi ciclo, que era el momento de cerrarlo,
luego de doce años, cuando todo había salido bien.
Ese día comenté que yo ya no iría al Mundial de Japón-Corea.
Esto lo platiqué con José Ramón en su momento. En ese entonces,
aclaro, no sabía de la existencia del proyecto Ponchivisión.
Cuando surgió Ponchivisión pensé qué haría
si de nueva cuenta José Ramón me invitaba al Mundial de Corea-Japón.
Hoy te puedo decir que estoy seguro que con quien debo ir es con Ponchivisión,
ni con Televisa ni con TV Azteca. No sé el cómo, pero estoy seguro
que debo aprovechar el Mundial en beneficio de Ponchivisión. Ahí
debo encontrar una combinación que siempre salga buena para Ponchivisión.
Esa es mi postura. Porque sería ilógico que me fuera mes y medio
a levantarle el rating a TV Azteca y dejara abandonado mi canal. No me suena.
J.A.F.: Eres un hombre muy bien educado y sabes cultivar
tus amistades. ¿Cuál es tu relación con el poder y los
poderosos?
A.B.: Un político que llegó a ser gobernador, me dijo que
debía permanecer alejado del alcohol, del dinero, de las mujeres y los
políticos. Me insistió en que siempre estableciera distancia con
el poder. Me lo repitió así: "yo que vivo en el oscuro túnel
de la política, le advierto que tenga cuidado con el poder. Porque son
circunstancias y ambientes que envuelven y provocan que mucha gente pierda la
cabeza".
Yo no tengo vicios. Y en lo que tiene que ver con las damas he ignorado sus
consejos (porque son fundamentales en la vida del planeta Tierra). Pero sí
tomé con mucha atención lo demás, y estoy totalmente alejado
de la política. Me interesa la política porque tengo incluso una
sección de humor con Imagen, conozco a algunos pero mantengo la distancia.
Como soy crítico del poder, necesito ser como el 007 que tenía
licencia para matar para cualquier lado. Como necesito licencia para hacer chistes
de cualquiera, no puedo ser cuate de ningún político (que, por
cierto, tienen un colmillo brutal).
J.A.F.: ¿Cómo abrirás
Ponchivisión para que participe en los contenidos más gente, más
comediantes?
A.B.: En breve lanzaremos una convocatoria para que quien lo desee pueda
ser corresponsal del Ponchinoticiero, y de otras cosas más. No para ver
errores y novias que se caen sobre el pastel, sino para que nos manden cosas
más ingeniosas, propias.
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